Así en la Diputación como en el PP

Rafael M. Martos
Director de Noticias de Almería

Bueno, pues ya está hecho, Gabriel Amat ya es presidente de la Diputación de Almería. Lo que se corrió como rumor hace casi un año no ha tenido la confirmación definitiva hasta hace un par de semanas, y no ha sido hasta el sábado a las doce del mediodía cuando se ha materializado. El reto que tiene ahora Amat al frente de esta institución no es ni siquiera el de poner en orden sus cuentas, sino el de devolverle el prestigio y la paz perdidos.
Gabriel Amat, elegido presidente de Diputación

Fue hace ocho años cuando en un intento de evitar que la crisis del PP acabara estallándole en las manos, su entonces presidente, Luis Rogelio Rodríguez, concertado con el resto de barones, accedió a que el concejal del Ayuntamiento de El Ejido José Añez -fiel escudero de su alcalde, Juan Enciso- se convirtiera en presidente de la Diputación tras haber vuelto a ganar las elecciones municipales en la provincia. Precisamente ocurrió lo contrario, y es ya historia conocida que fue en la Diputación donde se fracturó el PP, que Añez logró mantenerse los cuatro años al frente de la institución pese a que le dejaron casi todos los diputados y acabó sólo con dos, Ángel Díaz y Ginés Martínez Balastegui, y que si aguantó hasta el final fue gracias al apoyo explícito del grupo provincial del PSOE. Podemos recordar no sólo aquella grabación con micrófono oculto que difundió Onda Cero en la que Añez decía que le respaldaba el propio Manuel Chaves -entonces secretario general del PSOE-A y presidente del Gobierno andaluz- sino sobre todo el gesto de éste al venir a Almería a reunirse con él en su despacho del Palacio de Navarro Rodrigo, o los continuos y permanentes cariños que le profesaban en público -y que luego nos enteraríamos gracias a las llamadas de la Operación Poniente, que también y mucho más en privado- Martín Soler, Diego Asensio y Segura Vizcaíno (sí, el de la ilusión y la renovación que dice ahora).

Aquella época fue más convulsa que escandalosa. Los medios teníamos que estar a pie de Diputación a ver qué novedades había cada día, incluso cada noche. Hace cuatro años la convulsión dejó paso al escándalo. Así, el PSOE logró ser partido mayoritario por quinientos votos (¿o fueron trescientos y pico?) y eso a pesar de que apadrinó el nacimiento del PAL de Enciso y Añez, y que estos lograron más de 20.000 votos en toda la provincia. Es decir, que si no llega a haber PAL... el PP hubiera revalidado con creces la mayoría absoluta pese todo (admítase que al menos quinientos o seiscientos votos del PAL hubieran sido para el PP).

Fue el escándalo de la burrada de asesores con las que se rodeó su presidente, Juan Carlos Usero, para dar cabida a todos los necesitados del PSOE, a los del PP y a los de IU, luego el escándalo de que muchos de ellos -la inmensa mayoría- o trabajaban para el partido o directamente no trabajaban, luego fue el escándalo de la Operación Poniente, que supuso la ruptura de un pacto de gobierno más patética jamas contada. Mientras el vicepresidente Luis Pérez, del PSOE, decía en rueda de prensa, junto al también vicepresidente José Añez, del PAL, que el pacto seguía en vigor horas después de entrar la policía en el Ayuntamiento ejidense, por la noche desde el PSOE-A se le desautorizaba y el pacto se rompía. Días después Pérez sostenía que todos los asesores del PAL se quedaban en sus puestos, y acto seguido desde Sevilla le volvían a desautorizar. Pero no sólo a él, también a Usero, que un día contrata de nuevo a cuatro asesores del PAL que había echado y lo defiende públicamente, para horas más tarde echarlos de nuevo por orden del PSOE de Sevilla y decir justo lo contrario de lo que él mismo había afirmado. Aún así, hasta el último día los diputados del PAL han tenido cargos en entidades vinculadas a la Diputación y se han mantenido asesores de este partido.

Más allá de que hoy no defiende casi nadie las diputaciones, que son un vestigio del viejo estado centralista, y cuyas funciones debían estar en manos de las administraciones autonómicas, o en todo caso, no debían seguir siendo pequeños parlamentos provinciales, el hecho cierto es que existen, que tienen unos cometidos, y que a eso es a lo que se deben dedicar en cuerpo y alma tanto los políticos como los funcionarios. Amat es un hombre que lleva revalidando mayorías absolutas en Roquetas de Mar elección tras elección, lo que demuestra que tiene un respaldo de sus vecinos muy considerable. Del mismo modo ha llevado al PP a las más altas cotas de apoyo electoral en Almería, y viven un momento de paz interna que difícilmente se recuerda en esta organización. Amat ha demostrado ser un buen estratega político y un trabajador incansable, capaz igual de recuperar a los escindidos de GIAL para que retornen al PP, como en su momento certificar sin miedo al futuro electoral la ruptura que permitió la creación del PAL, como luego esperar pacientemente que el cadáver de su enemigo pasara ante la puerta de la sede y recuperar El Ejido con mayoría absoluta.

La Diputación está necesitada de una paz como la que goza el PP en estos momentos, y está necesitada de que los almerienses vuelvan a creer que sirve para algo (al menos mientras siga existiendo) más que para colocar a gente afín a la que hay que darle de comer. Con diferencia, el principal reto de Amat no es la cuestión económica (y eso que, como informó Noticias de Almería, es la que más se ha endeudado en Andalucía en el último año, o que los gastos injustificables han sido abrumadores, o que el desmadre entre presupuestos y realidad es de aurora boreal) sino hacer de la Diputación lo que ha hecho con el PP.

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