Rebeca Gómez
Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales
Uno de los mayores errores en política es rodearse de quienes se limitan a halagar. A veces, la tendencia se consolida y el político se evade de toda realidad. No parece haber hueco para el consejo: sienta mal. Y se enquista entonces un pacto no escrito con un abultado número de adjuntos de quienes se debe esperar se comporten como los monos de Gibraltar: no oír, no ver, no hablar.
Cabe aquí recordar las reuniones paralelas que Rubalcaba y Zapatero llevan manteniendo desde hace más de dos años con su particular camarilla, su propio equipo de asesores entre los asesores, los únicos en quienes confían y con quienes despachan sobre casi todas las carteras, sin los Ministros. Algunos de ellos, a quienes hay que sumar otros altos cargos del Ejecutivo, tienen cada vez mayores dificultades para ocultar su gesto atónito y boquiabierto en las bancadas del Congreso, y muestran con virulencia su indignación en Ferraz o en otros escenarios menos propicios.
La media de asesores personales del Presidente y su Vicepresidente Primero supera los 650, y representan una partida de más de 28,5 millones de euros de un presupuesto presidencial que supera, en un 77,5%, el del anterior Presidente del Gobierno, José María Aznar.
Y qué decir de la lista de ex ministros en el exilio, como César Antonio Molina, que insinuó que Zapatero “se aprovecha de las personas mientras cree que le son útiles y luego prescinde de ellas sin miramientos cuando dejan de serlo", o Pedro Solbes y varios secretarios de estado y otros altos cargos, dimitidos estos casi al mismo tiempo, que esgrimieron veladas críticas a este modo de gobierno. Recordemos también las reprobaciones de otros ex ministros, como Solchaga, Jordi Sevilla o Saavedra, o las de toda la Unión Europea , o las que desde hace tiempo lleva haciendo Felipe González.
Pero a Alfredo Pérez Rubalcaba, pieza clave en los Ejecutivos de González, no le sientan bien los consejos del ex presidente, que comparten también el presidente del Congreso, José Bono, y un nutrido grupo de pesos pesados del Partido Socialista.
Felipe González hizo una sugerencia: que Rubalcaba debía dejar de inmediato todos sus cargos en el Gobierno. Y el elegido por Zapatero para sucederle como candidato en las próximas elecciones generales lanzó una respuesta airada y cortante: “Agradezco que todo el mundo me de consejos, pero que se los ahorren porque se muy bien lo que voy a hacer y cuándo lo tengo que hacer”.
La proclamación de Rubalcaba como candidato del PSOE para los próximos comicios tendrá lugar el 9 de julio. Quienes se han atrevido, por no tener nada que perder o por ser ‘de los suyos’, le han aconsejado que se dedique en exclusiva a su papel de aspirante para ‘evitar un desgaste excesivo’.
El equipo de estrategia electoral le ha hecho la misma propuesta. Le han recomendado que deje todos los cargos, también el de Vicepresidente Primero, al que Rubalcaba no quería renunciar. No parece confiar en quienes le dan consejos. Y quienes aún no lo han hecho, convencidos de lo que viene después de las elecciones, se plantean si hacerlo.
Entre dejar los cargos en julio o hacerlo en septiembre, afirman los alineados, tampoco hay mucha diferencia, “porque en agosto la gente no está para estas cosas”. Para lo que si parece que estamos es para comenzar el verano con subidas de luz, agua y butano. Y debe ser que ya en septiembre si estaremos para lo de los cargos.
Los estrategas le recomiendan tomar distancia “entre el proyecto de Zapatero y sus propias propuestas”. Parecen querer despegarle de su propia contribución, como principal baluarte de Zapatero, a la negación de una crisis sobre la que había elementos sustanciales de juicio en el último trimestre de 2006, pero que a mediados de 2008, con la quiebra de Lehman Brothers pisándoles los talones, aún llamaban desaceleración. Parecen querer alejarle de su contribución, como número 2 del Gobierno de Zapatero, a la generación del 85% de los parados de la zona euro.
Quién si parece ahora aceptar consejos es Zapatero. El ex alcalde de Burgos Juan Carlos Aparicio le ha contado cómo hizo su “sucesión tranquila”, y en una animada charla de diez minutos a las puertas del Congreso, recibió el jueves sus consejos y los de Fernando López Amor, Federico Trillo y Rafael Merino. Quién sabe qué pensó Pérez Rubalcaba de todo ello.
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