Lo que pudo ser

Kayros

Periodista

Días pasados, Pedro M. de la Cruz hacía aquí mismo la biopsia de la ascensión, triunfo y caída de Enciso como alcalde y como fundador de un partido. Hablaba de la intrahistoria de lo que pudo ser y no fue en relación con el devenir político de Gabriel Amat, actual presidente de la Diputación. Los dos intentaron colocar previamente sus pivotes de cara a un mayor control en el gobierno de la institución. Según Pedro M. de la Cruz, lo que ocurre es que Enciso no tuvo paciencia y no esperó su momento.

Bien, yo no suelo darle tanta importancia a las estrategias personales, que suelen ser subjetivas. Descreo bastante aquello que dicen de la reina de Egipto que si hubiera tenido otra nariz, sería muy distinta la historia de Occidente. Para mí el verdadero choque de trenes se produjo en el congreso provincial y aquí entra de lleno la personalidad bifronte de Javier Arenas, un político educado originariamente en la democracia cristiana.

El PP no ha sido nunca amigo de las primarias por muy democráticos que se pronuncien. Resuelven sus conflictos desde arriba fundados en la verdad infalible del mando único. En Fraga esta doctrina era muy clara. En Aznar algo menos, pero igual de operativa. Si Enciso hubiera podido ser candadito a secretario provincial del partido en Almería probablemente no hubiera triunfado tampoco, pero al cerrarle el paso Arenas, se llenó de soberbia y fundó otro partido que, pese a todo, tuvo protagonismo en la gobernanza de la Diputación y en varios ayuntamientos. No hace falta ahora recordar la historia desgraciada del PAL en su supuesta coalición con el PSOE.

Los partidos de ámbito provincial que nacen con fórceps del fracaso democrático de un personaje relevante suelen tener muy escasa vida. Sus mentores dicen que municipalistas porque se ocupan de lo que abandonan los nacionales, pero lo cierto es que desaparecen pronto. Acabamos de ver cómo el PSOE ha resuelto su congreso con tres candidatos en presencia. No ha pasado nada. En el PP se forma una trifulca a muerte cada vez que alguien quiere hacer uso de sus derechos democráticos. Y no crean que es aquí solo en Almería. También por ahí arriba se nombró a dedo a Rajoy. Ahora nos preguntamos qué hubiera sido de este país si en vez de Mariano Rajoy estuviera Rodrigo Rato.

(La Voz de Almería)