Los científicos del futuro

Pedro Molina
Rector de la UAL
 
Hemos acogido en la Universidad de Almería a lo largo de este mes de julio a más de medio centenar de los estudiantes con mejores expedientes académicos de 1º de Bachillerato de nuestro país. Han participado en una experiencia impulsada por el Ministerio de Educación y la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT) en colaboración con la Fundación la Caixa y los Campus de Excelencia Internacional (CEI), y que la Universidad ha organizado como miembro del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario. Este marco académico ha servido -ese era su objetivo- para fomentar las vocaciones científicas y con ello el estudio de titulaciones universitarias científico-técnicas siguiendo las indicaciones de la Unión Europea, que a las Universidades de los distintos países ya nos ha dicho que es importante incrementar el número y la calidad de los titulados en ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas. Es triste descubrir que de todos los estudiantes universitarios, solo el 6% elige la física, la química, las matemáticas o la biología. Siempre he creído que hay formas diversas de ejercer la inteligencia y la imaginación y de fijarse en el mundo, y que no requiere menos sutileza comprender la segunda ley de la termodinámica que una metáfora de Góngora.

El campus ha servido para transmitir la experiencia científica de manera directa, la investigación básica y la transferencia de conocimientos. Así, estos jóvenes han podido conectar la vida no universitaria con la universitaria y han aprendido muchas cosas, que era el principal objetivo.

En esta época que nos está tocando vivir, en la que parece que sólo importan el dinero y los mercados, es importante reivindicar el valor de la cultura y de la ciencia como generadoras de conocimiento. Porque sólo con el conocimiento se puede progresar intelectual y personalmente. A quienes miden todo por la vara del éxito y del negocio, es bueno recordarles que, siempre y en todo momento, el conocimiento es la mejor inversión que uno puede hacer a lo largo de su vida. De entrada, y eso es altamente positivo, estos jóvenes estudiantes que han participado en este campus de verano parecen tenerlo muy claro. En este Campus Científico han participado chicas y chicos con un nivel académico altísimo: el menor de los expedientes académicos era de un 9. A la ciencia uno se dedica, básicamente, por curiosidad, porque le gusta averiguar cómo son las cosas y cómo funcionan. Espero que los jóvenes que nos han visitado este mes de julio mantengan siempre intacta esa curiosidad, esas ganas por aprender, por comprender el mundo que nos rodea y sus fenómenos físicos, químicos, matemáticos o biológicos.

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