Emilio Ruiz
La elección de José Luis Sánchez Teruel como Secretario General del PSOE de Almería con más del setenta y cinco por ciento de los votos ha supuesto un gran alivio para quienes temían lo peor: que el Congreso Provincial, lejos de marcar una nueva etapa en el socialismo almeriense, fuera el de la fractura definitiva. Las agrupaciones municipales sabían lo que el sábado se jugaban y han actuado con sentido de la responsabilidad. También es cierto que a ello ha ayudado el perfil del candidato. Independientemente de su valía personal, profesional y política, que nadie pone en duda, desde el principio se vio a Sánchez Teruel como el único candidato capaz de aglutinar las distintas sensibilidades socialistas. Teruel es un hombre de Griñán, leal, por tanto, a la ejecutiva del PSOE de Andalucía, de la que ha formado parte hasta ayer. Pero nunca ha renegado de su lealtad a quien le ha hecho adulto políticamente hablando, que no es otro que Martín Soler, independientemente de ciertas actuaciones recientes con las que no ha estado de acuerdo. Una lectura simplista de la candidatura elegida puede conducir a alguien a pensar que estamos ante una resurrección del viejo guerrismo. No es cierto. Sí lo es que estamos ante la recuperación de un grupo valioso de militantes que nunca debieron ser postergados hacia el anonimato.
En este año de mandato, tres son los retos que tiene por delante el nuevo secretario general: El primero, recuperar el electorado para un partido que durante muchos años ha portado la hegemonía política provincial. Las próximas elecciones generales y autonómicas, sean juntas o separadas, van a ser su primera prueba de fuego. El segundo, restablecer la ilusión en una militancia que está mas desmotivada que nunca. Y el tercero, intentar darle a Almería el protagonismo que merece dentro del contexto andaluz. La creencia general de los almerienses, se quiera admitir o no, es que Almería sigue estando muy lejos de Sevilla. En todos los sentidos. Ese estado de opinión sólo se cambia con políticas de hechos y no de palabras.
(La Voz de Almería)
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