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Nuestros amigos los fenicios

Pedro Mena Enciso
Profesor de Historia

Se puede decir que con ellos empezó el comercio y también sabemos que fueron los mejores navegantes de la antigüedad. Este curioso pueblo de origen semita, estaba situado entre Siria y Palestina, es decir, lo que actualmente sería el Líbano. Siempre me han llamado la atención estos ciudadanos tan emprendedores que ya en el año 1.100 antes de la era cristiana habían fundado la emblemática Cádiz, primera colonia fenicia de Occidente con un censo aproximado de 4.000 habitantes. Pues bien, entre el Siglo VIII y el VI, Andalucía se convirtió en el área principal de colonización fenicia y lugares fundamentalmente de la costa mediterránea se llenaron de estos curiosos marineros: Malaka (Málaga), Sexi (Almuñecar), Abdera (Adra), Baria (Villaricos, Cuevas de Almanzora)…La población de estas ciudades era heterogénea ya que los fenicios se mezclaron con las tribus indígenas íberas (mastienos y bastetanos), con otros pueblos colonizadores (griegos y cartagineses) y también con pueblos del Norte de África como Libia. Pero no vamos a profundizar en esa historia común para centrarnos en su presencia en Almería con esas dos colonias ya mencionadas.

¿Por qué vinieron a Almería? Pues buscando metales como el bronce, la plata y el oro y también atraídos por nuestros grandes recursos pesqueros, ante todo se centran en la pesca del atún como lo atestiguan las monedas con parejas de atunes aparecidas, por ejemplo, en Adra, les atraía también la existencia de ríos navegables, como el Almanzora, y de puertos naturales y la explotación de las salinas de la costa almeriense. Así destacaron por su eficacia en la industria conservera, en el comercio de minerales y en la fabricación de esa salsa mítica muy apreciada en el mundo antiguo que es el garum para el pescado al que proporcionaba ese sabor equivalente a la sal. También obtuvieron y exportaron productos agrícolas, esparto (imprescindible para el cordaje de sus barcos) y, de la concha de  un molusco de aquel tiempo, el murex (parecido a las exquisitas cañadillas de la actualidad), consiguieron púrpura para teñir sus tejidos.

En la costa almeriense se han encontrado muchos objetos realizados con esas bellas conchas de esta especie de caracol carnívoro. Estos tintes para colorear tejidos nos indican que en Almería había ya una importante industria textil ya que se han encontrado muchas pesas de telar. Por tanto, los fenicios dan un paso decisivo desde el punto de vista industrial; además, con sus aportaciones contribuyeron al progreso de nuestra provincia: ellos trajeron el Alfabeto, nos enseñaron a fabricar cerámica con el torno, aprendimos a cultivar el olivo y la vida que aquí estaban en estado salvaje con lo que ello supuso para la producción de vino y aceite, surgen las primeras figuras de cristal por su dominio del la técnica del soplado del vidrio.

Como hemos comentado, este pueblo verdaderamente dinámico, fue capaz de aprovechar nuestro esparto para hacer cuerdas, cestos y calzado y, como no podía ser de otra manera, surgió una cerámica comercial a base de grande ánforas para depositar y transportar tanta riqueza. Hemos dicho, que esta gente procedente del Líbano, eran también grandes pescadores: las salinas proliferan por la costa ya que ellos hicieron que aprendiéramos a salar el pescado y en los templos de sus ciudades, como Abdera, se encuentra una pareja de atunes en la fachada. En cuanto a la organización política, podemos decir que sus colonias eran Ciudades-Estado independientes unas de otras, aunque se unían en caso de guerra. Al frente de la ciudad había un Rey, casi divino y cuyo poder tenía carácter hereditario. El modelo de sociedad era dual y esclavista.

En cuanto a la vivienda fenicia, nos fijamos en las casas de Abdera que eran estrechas y altas, con muchos contrafuertes y con una galería de ventanas. Tenían unas torrecillas para divisar la llegada de los barcos de la familia y, en la parte más alta, vemos una terraza con algo parecido a un jardín lleno de arbustos. De estas casas hay pocos restos y se construían con adobe sobre piedras y con muros de poco espesor. Solían tener de seis a ocho habitaciones con una estancia central. En cuanto a los enterramientos, hablamos de hipogeos, es decir, tumbas excavadas en la roca como se pueden contemplar en Villaricos. Es mucha la riqueza de este pueblo ejemplar pero hasta aquí llega nuestro espacio, sólo indicar que los fenicios dejaron Almería a finales del siglo VI antes de Cristo y qué pena pues hubieran aportado mucho al desarrollo económico de la provincia.

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