Antonio Lao
Director de Diario de Almería
Gabriel Amat ya ejerce de presidente de la Diputación de Almería. Ayer se cumplía una semana de su toma de posesión, tiempo suficiente para que sus diputados hayan conocido las áreas, buscado debajo de las alfombras, conocido a los funcionarios y tengan una idea del toro con el que van a lidiar. Amat, viejo zorro donde los haya, lo hará bien. Conoce a la perfección el manejo de los tiempos en política y en la empresa. Sumadas ambas habilidades parece razonable que el 'ayuntamiento de ayuntamientos' camine sobre los railes y no descarrile antes de tiempo.
Ahora bien, si cree que va a gobernar esa casa como el Ayuntamiento de Roquetas puede sufrir algún varapalo inesperado. Son demasiados intereses, demasiados trabajadores, demasiadas influencias, demasiado de todo, como para tratar de controlar al milímetro la Diputación. En su discurso de investidura vimos al Amat más auténtico, al que comprueba hasta su voto antes de emitirlo en la urna para evitar sorpresas. Eché de menos, sin embargo, un proyecto de provincia. Una idea programática de lo que nos vamos a encontrar los próximos cuatro años. No me vale con que esa casa defienda los intereses de Almería en materia agrícola -no le corresponde-; tampoco que proyecte el turismo -la competencia es compartida con la Junta-; tampoco el mármol o las infraestructuras tienen origen o fin en la Diputación.
Quizá por ello busque, y espero que nos lo explique en las próximas semanas, que va a ser de los Planes Provinciales de Obras y Servicios, del Plan de Instalaciones Deportivas, del Plan de Electrificación Rural; de la ayuda y la colaboración con los municipios de menos de mil habitantes; cómo va a llegar la programación cultural a los pueblos y si vamos o no a seguir con la oficina de esa casa en Europa. Un sueño efímero que nos costó una pasta y que nunca sirvió para nada.
Es importante, insisto, conocer el programa de los populares en la Diputación para avanzar en el concepto de provincia, en la solidaridad entre pueblos y en la conjunción de ideas. Y también, claro está, para evitar los bandazos, impulsos y arrancadas de caballo, que ya sabemos como terminan.
Ahora bien, si cree que va a gobernar esa casa como el Ayuntamiento de Roquetas puede sufrir algún varapalo inesperado. Son demasiados intereses, demasiados trabajadores, demasiadas influencias, demasiado de todo, como para tratar de controlar al milímetro la Diputación. En su discurso de investidura vimos al Amat más auténtico, al que comprueba hasta su voto antes de emitirlo en la urna para evitar sorpresas. Eché de menos, sin embargo, un proyecto de provincia. Una idea programática de lo que nos vamos a encontrar los próximos cuatro años. No me vale con que esa casa defienda los intereses de Almería en materia agrícola -no le corresponde-; tampoco que proyecte el turismo -la competencia es compartida con la Junta-; tampoco el mármol o las infraestructuras tienen origen o fin en la Diputación.
Quizá por ello busque, y espero que nos lo explique en las próximas semanas, que va a ser de los Planes Provinciales de Obras y Servicios, del Plan de Instalaciones Deportivas, del Plan de Electrificación Rural; de la ayuda y la colaboración con los municipios de menos de mil habitantes; cómo va a llegar la programación cultural a los pueblos y si vamos o no a seguir con la oficina de esa casa en Europa. Un sueño efímero que nos costó una pasta y que nunca sirvió para nada.
Es importante, insisto, conocer el programa de los populares en la Diputación para avanzar en el concepto de provincia, en la solidaridad entre pueblos y en la conjunción de ideas. Y también, claro está, para evitar los bandazos, impulsos y arrancadas de caballo, que ya sabemos como terminan.
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