Tontos de guardia

Pedro Mena Enciso
Profesor de Historia

Últimamente venimos escuchando esta expresión a periodistas de fundada opinión. Así, por ejemplo, el ínclito Carlos Herrera la utiliza para designar a ciertos “cenutrios” del nacionalismo más radical. Pedro M. de la Cruz la ha empleado para referirse a la cuestión de las llamadas tortugas moras y, la verdad, es que el tema es impactante: ¿Cómo es posible que nuestros sesudos políticos sean capaces, con la que está cayendo, de expropiar 500 hectáreas cultivables? Me da la sensación de que el legislador está tan lejos del mundo real que no mide las consecuencias que puedan tener sus decisiones. Estoy plenamente de acuerdo con Pedro Manuel cuando, reflexionando en voz alta, dice: “No; no están confundidos. Han leído bien: 500 hectáreas en las que se producen toneladas de frutas y hortalizas, regadas por agua procedente del trasvase del Negratín, en las que se genera al año un millón de peonadas y de las que viven centenares del personas, van a ser expropiadas para resarcir a la tortuga mora por la pérdida de mil quinientos metros de lo que hasta ahora era su hábitat”.

Es increíble que nuestros dirigentes almerienses no se opongan con firmeza a un proyecto de expropiaciones que además nos cuesta 20 millones de euros para darle más importancia, con todos los respetos al animal, a un tortuga que, por ejemplo, al hospital materno infantil (que con esos millones se podría acelerar muy mucho en su construcción). Y ya puestos, me vienen a la memoria otros episodios del despropósito patrio: ¿recuerdan ustedes el tema de mi colega del Instituto de La Línea cuando habló del jamón en clase? ¿Qué ocurrió? Pues otra memez: Se ofendió a la sensibilidad islámica de un alumno musulmán de 13 años e incluso el profesor fue denunciado al considerarse como maltrato escolar pronunciar las injuriosas palabras “jamón y cerdo” en clase.

Como dice nuestro paisano Carlos Herrera aquí ya no cabe un tonto más, pues nos caeríamos al agua. ¿Recuerdan, por otra parte, la peculiar manera que tuvo aquella ministra para proteger al vino (España es la primera productora mundial de vid y sus caldos son tan reconocidos en el mundo entero como excelentes) al intentar gravarlo con impuestos y el agravio que produjo en regiones, como La Rioja, que viven directa o indirectamente de este producto típicamente español? Menos mal que aquello se pudo detener por la sensatez de algunos ministros de ese mismo gobierno. ¡Ya que estamos en Logroño! En Febrero, el Ayuntamiento publicó un calendario en el que se indicaban las fechas del nacimiento de Muhammad, la Fiesta del Cordero y otras celebraciones islámicas, mientras que no aparecía el día de Santiago o la celebración de la Virgen del Pilar.

Algo parecido ocurría cuando a algún reprimido o reprimida se le ocurrió, en Castilla La Mancha, cambiar el nombre de Semana Santa en el calendario escolar por el de descanso entre el segundo y el tercer trimestre. Pero ¡qué barbaridad! El tema causó tal mofa que el Presidente Barreda tuvo que reaccionar para salvar una tradición de gran importancia no sólo religiosa sino turística y económica. Otro ejemplo, propio de tomar a los jóvenes de hoy como “Cipotes de Archidona” fue aquella inversión, que anunció el gobierno extremeño, de 14.000 euros en talleres de masturbación para los adolescentes.

Luis Del Val, en su Tribuna de La Voz, se refería a la sorprendente y reciente Ley de Seguridad Alimentaria que viene a atentar contra la libertad de los españoles al prohibir que uno puede hacer publicidad de las galletas o de la mantequilla que le gusta. Es desde luego otro improperio que nuestro periodista prefiere más bien atribuir al sopor de las altas temperaturas propias de esta época del año.

Todos estos ejemplos podrían servirnos para reflexionar sobre nuestras decisiones y procurar no precipitarse ni dejarse llevar por nuestros complejos históricos ni tampoco por el escepticismo como ocurrió con la medida del límite de velocidad a 110 Km/h para cuatro meses después considerar que ya no es rentable y volver a los 120 Km/h. Me dijo un político en activo hace unos días que las políticas anticrisis tanto del gobierno como de la oposición han provocado la reacción de muchos ciudadanos indignados con tanta inmoralidad que hace inviable cualquier proyecto. Me comentaba la necesidad de trabajar en equipo, colaborando unos con otros sin mirarse el ombligo y levantando la vista hacia el Estado para formar un Gobierno común con la participación no sólo del PSOE y del PP sino también de los Sindicatos, Empresarios y ciudadanos por lo menos hasta que podamos salir de la crisis.

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