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Un centro náutico sin costa

Paco Campos García
Doctor en Filosofía y Profesor de la UAL

El Centro de Actividades Náuticas de Almería (antiguo Club Náutico), dependiente de la Consejería de Turismo, Comercio y Deportes de la Junta de Andalucía, no tiene ni un metro de costa donde poder botar sus embarcaciones; éstas han de ser llevadas a hombros por los usuarios, y si son pesadas en remolques que ellos mismos empujan hasta encontrar el agua de mar que está a doscientos metros aproximadamente, justo donde acaba la alambrada que circunda el Club de Mar.


El Club de Mar se trasladó desde el barrio de Pescadería (quizá pensando en una zona con más clase, los hay así de memos) y se colocó justo delante del Centro de Actividades Náuticas, con la aquiescencia de la Junta, y ya todo lo demás corrió de parte de la Autoridad Portuaria, el caciqueo local y toda la reacción política que aplaudió el traslado (recordar que eran los tiempos de Fernando Martínez de alcalde). Es una vergüenza que todo siga así y que tanto los deportistas como la ciudadanía en general hayan perdido un espacio que desde tiempo inmemorial disfrutaban, dado que la playa del Club Náutico era las más popular y próxima al centro ciudad. Ahora, desgraciadamente, todo ese territorio se ha convertido en motivo de especulación y mamoneo (el parking, las piscinas, los proyectos hosteleros que la Cabeo tiene en cartera porque quiere darle al puerto –como si ese espacio tuviera que ver algo con el puerto- una dimensión lúdica).

Hay que recuperar la antigua playa ahora que se rehabilita el Cable Inglés porque históricamente el embarcadero estaba ligado a la playa, y no a los negocios y a los divertimentos privados. La playa del Club Náutico conectaría con la Rambla y, con ella, con toda la ciudadanía; y quedaría expedita la vía de acceso al mar para las embarcaciones del Centro de Actividades Náuticas, que es público y, por tanto, ha de tener preferencia y mejor ubicación que el Club de Mar que es privado y sólo beneficia a una minoría.

A ver si nos enteramos de la diferencia. Ahora pasa al revés: el centro público está tapado por un club privado. Ese es el disparate y no hay que buscar más, si es que queremos el bien para la mayoría. Por tanto, hay que desmantelar el Club de Mar lo primero y llevarlo al puerto que está vacío durante todo el año; en segundo lugar reponer la playa desde el embarcadero inglés a la playa de San Miguel; y por último clausurar todo ese programa que tiene la Cabeo en la cabeza.

Esto último viene al caso y merece un punto y aparte porque aquí cuando se piensa en el ocio enseguida se piensa en bares de copas, y no es así; se fomenta más el ocio y la tranquilidad dejando una playa cerca de todo el mundo todas las épocas del año. El ocio no es emborracharse, el griterío, es decir, hacer el idiota; el ocio, en este caso, es pasear, hablar, ir con la familia a disfrutar de una playa a la que todo el mundo echa de menos y que nos han quitado por la cara.

Bueno, por la Junta (¡En Sevilla iba a pasar esto!: los remeros con la barca a cuestas hasta el Guadalquivir porque un listillo se ha puesto delante).

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