Javier Aureliano García
Vicepresidente de la Diputación de Almería
Después de unos meses de viaje a los infiernos por la incontinencia verbal de una senadora alemana de nombre impronunciable nuestra agricultura ha recibido esta semana, por fin, una buena noticia al rechazar la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo el nuevo acuerdo agrícola con Marruecos. Ha costado, pero los prebostes europeos han entendido que con las condiciones pactadas provocaría una mayor inestabilidad en el mercado comunitario de frutas y hortalizas y penalizaría a los productores comunitarios.
Los eurodiputados se posicionaron, por 24 votos a favor, 14 en contra y dos abstenciones, contrarios a nuevas concesiones en materia agrícola a Marruecos hasta que se reforme el régimen de precios de entrada y se verifique que se cumplen los plazos y las cuotas fijadas en el convenio en vigor, algo que, según han denunciado una y otra vez las organizaciones profesionales y el Partido Popular, no se produce.
Por primera vez, Europa se ha percatado de que no puede seguir utilizando al sector agrícola como moneda de cambio de su política comercial porque el resultado es que sufren los productores comunitarios, que tienen que hacer frente a la competencia desleal de producciones que no cumplen las mismas normas sanitarias y fitosanitarias, ni medioambientales ni laborales, que las europeas; sufren los consumidores y sufren los trabajadores.
Sin duda, es un triunfo del sector, que ha sido acogido con la lógica satisfacción, y hasta la Junta de Andalucía ha acudido presto a celebrarlo. “Se ha escuchado a Andalucía”, se ha apresurado a decir la consejera de Agricultura, Clara Aguilera. Y no digo yo que no, pero quien seguro que no ha escuchado la voz de los agricultores andaluces y almerienses han sido sus compañeros los eurodiputados socialistas, incluidos los españoles, que votaran en contra del dictamen de la Comisión e incluso presentaron una enmienda recomendando la aprobación del acuerdo con Marruecos, no vaya a ser que se moleste el ‘amigo’ del sur. Si Zapatero dijo aquello de que “bajar impuestos es de izquierdas…, y subirlos también” por qué sus compañeros de partido no va a poder decir aquí una cosa y en Europa votar la contraria. Es una posición muy socialista.
Nuestros agricultores han ganado una batalla, que no viene mal después de la que ha caído, pero no la guerra. El acuerdo para la liberalización de parte del comercio agrícola entre la UE y Marruecos fue firmado por la Comisión Europea y las autoridades del país magrebí, pero necesita de la luz verde de la Eurocámara para poder entrar en vigor. Todavía no hay fecha para ese Pleno, pero es evidente que el reino alauí seguirá presionando para conseguir que sus intereses prevalezcan, de hecho su ministro de Agricultura ya ha advertido de que frenar el acuerdo va a significar más inmigración. Pero para nuestro campo es un paso importante que, por vez primera, Europa se posicione contra Marruecos en este asunto, aunque a los eurodiputados socialistas les cueste asimilarlo.
Los eurodiputados se posicionaron, por 24 votos a favor, 14 en contra y dos abstenciones, contrarios a nuevas concesiones en materia agrícola a Marruecos hasta que se reforme el régimen de precios de entrada y se verifique que se cumplen los plazos y las cuotas fijadas en el convenio en vigor, algo que, según han denunciado una y otra vez las organizaciones profesionales y el Partido Popular, no se produce.
Por primera vez, Europa se ha percatado de que no puede seguir utilizando al sector agrícola como moneda de cambio de su política comercial porque el resultado es que sufren los productores comunitarios, que tienen que hacer frente a la competencia desleal de producciones que no cumplen las mismas normas sanitarias y fitosanitarias, ni medioambientales ni laborales, que las europeas; sufren los consumidores y sufren los trabajadores.
Sin duda, es un triunfo del sector, que ha sido acogido con la lógica satisfacción, y hasta la Junta de Andalucía ha acudido presto a celebrarlo. “Se ha escuchado a Andalucía”, se ha apresurado a decir la consejera de Agricultura, Clara Aguilera. Y no digo yo que no, pero quien seguro que no ha escuchado la voz de los agricultores andaluces y almerienses han sido sus compañeros los eurodiputados socialistas, incluidos los españoles, que votaran en contra del dictamen de la Comisión e incluso presentaron una enmienda recomendando la aprobación del acuerdo con Marruecos, no vaya a ser que se moleste el ‘amigo’ del sur. Si Zapatero dijo aquello de que “bajar impuestos es de izquierdas…, y subirlos también” por qué sus compañeros de partido no va a poder decir aquí una cosa y en Europa votar la contraria. Es una posición muy socialista.
Nuestros agricultores han ganado una batalla, que no viene mal después de la que ha caído, pero no la guerra. El acuerdo para la liberalización de parte del comercio agrícola entre la UE y Marruecos fue firmado por la Comisión Europea y las autoridades del país magrebí, pero necesita de la luz verde de la Eurocámara para poder entrar en vigor. Todavía no hay fecha para ese Pleno, pero es evidente que el reino alauí seguirá presionando para conseguir que sus intereses prevalezcan, de hecho su ministro de Agricultura ya ha advertido de que frenar el acuerdo va a significar más inmigración. Pero para nuestro campo es un paso importante que, por vez primera, Europa se posicione contra Marruecos en este asunto, aunque a los eurodiputados socialistas les cueste asimilarlo.
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