Juan Torrijos
Periodista
Qué habré hecho yo, se preguntará el señor Usero, don Juan Carlos, para haber tenido una vida política tan dura en el palacio de la calle Navarro Rodrigo. Entre los duros sapos a tragar con los pactos con Añez, Enciso y Cía, asesores que se convirtieron en protagonistas de las televisiones y pitos en el último pleno, poco bueno puede encontrar Juan Carlos en la hora del adiós de la institución.
Ha sido la suya una carrera política llena de obstáculos, de zancadillas y de “chinas-chinas” en los rodantes cojinetes. Y si le faltaba algo al hombre, va Luis Rogelio y consigue 18 ediles en el ayuntamiento en las pasadas elecciones con él de candidato socialista, lo que quiere decir que no le va a hacer ni puñetero caso durante los próximos cuatro años, por mucho que se empeñe, se empreñe o se cabree como una mona, perdón, como un mono.
¿Los últimos pitos en diputación merecidos? Parece que razonables. ¡Tantas decenas de asesores y nadie había previsto lo de las vacaciones en la residencia asistida! ¿Es que todo lo tiene que hacer el presidente de la institución? Pues parece lo evidente. Y si no lo es, lo que sí está claro es que es el que tiene que aguantar los pitos y las protestas de los trabajadores.
El equipo de la diputación no fue elegido por Juan Carlos, eso es cierto, pero se calló, aguantó lo que le hizo Martín, Diego y Vizcaíno y así le ha ido durante estos años, así le fue en la campaña a las municipales y así le puede ir en la real e inútil oposición. Hablando de inútiles, se quedan cortos estos señores que nos ¿gobiernan? O habría que decir mejor: “Nos desgobiernan”.
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