Rafael M. Martos
Director de Noticias de Almería
La agrupación socialista de Almería capital es todo un símbolo de lo que no funciona en el PSOE, y quizá por eso antes del congreso extraordinario todos los precandidatos ponían el acento en hacer cambios organizativos que suponen darle la vuelta. Resultaba paradójico que su secretario general, Juan Carlos Usero, preguntado sobre este asunto a las puertas del Ayuntamiento una semana y pico antes del cónclave, terminara su respuesta diciendo que ojalá fuera así... lo de cambiar el sistema y volver a las agrupaciones locales con las que acabó Martín Soler siendo secretario general provincial.
Quien no ha movido un dedo pudiendo hacerlo, para regresar a ese funcionamiento, ahora se apuntaba a ello. Por otro lado y allí mismo, no se apuntaba a ninguno de los tres precandidatos mientras miembros de su Ejecutiva se decantaban explícitamente, y él emplazaba a la asamblea correspondiente, presumiendo de una neutralidad que no ha tenido ni la gestora. Dicha asamblea también se le fue de las manos, si es que alguna vez la tuvo en ellas. Se la ganaron de calle quienes siempre han estado en contra de su gestión, y es que hasta la lista que apoyaría al candidato oficialista, José Luis Sánchez Teruel, dejó fuera a militantes de tanto relieve como el consejero Manolo Recio y la presidenta Fuensanta Coves.
Usero ha acabado siendo víctima de si mismo, y eso conduce indefectiblemente a la coyuntura de que o dimites o te dimiten. Esas son las dos opciones que tiene ante sí. Y es que aunque sólo fuera por el hecho de marcharse a Praga de vacaciones mientras se celebra el congreso extraordinario en el que se iba a decidir quién liderará el PSOE provincial, se merece una moción de censura interna. Eso no se puede hacer, no es de recibo. Recordar su volubilidad al frente de la presidencia de la Diputación, cumpliendo estrictamente las órdenes que le llegaban de Martín Soler y Diego Asensio vía Juan Carlos Segura Vizcaíno, contratando y descontratando asesores socialistas y del PAL, en función de lo que luego le mandaran hacer desde la dirección andaluza del PSOE, resulta patético. Como patético fue el proceso de aprobación de su lista para las elecciones municipales, o que realmente se creyera el “hombre de Griñán”, como le susurraba Nono Amate, a sabiendas de que si fracasaba en el empeño electoral -eso estaba cantado- caería sobre él todo el peso de la responsabilidad y nadie querría acompañarle en el trance.
Pero es que lo de Praga no tiene nombre. Tal vez estaba recorriendo en esa mañana de sábado la ciudad con los otros dos grandes ausentes, Martín Soler y Diego Asensio. De ninguno de ellos se acordó nadie, por ninguno preguntó nadie. Como escribió Bécquer (creo): “Dios mio, qué solos se quedan los muertos”.
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