Pedro Ruiz
Secretario General del Partido Andalucista
Ahora que se cumplen los 75 años del asesinato de Blas Infante pensamos que es un buen motivo para mirar por el retrovisor de la historia, ya que es necesario conocer qué ocurrió hace un siglo, máxime ahora que estamos volviendo a ideologías que parecían ya superadas, con sistemas económicos que hacen un siglo demostraron sus limitaciones, incapaces de atender las necesidades de la mayoría de la población, que contribuyeron en la primera mitad del pasado siglo a la extensión de graves conflictos. La época en la que vivió Blas Infante y la nuestra parecen muy diferentes; los grandes cambios tecnológicos que tenemos nos hacen parecer que vivimos de forma muy distinta a las de nuestros abuelos. ¿Pero realmente los problemas a los que nos enfrentamos son tan distintos a los que se enfrentaron nuestros abuelos?
Hace cien años existía paro, igual que hoy; hace cien años existían problemas ecológicos, una gran separación entre la política y la sociedad y un profundo desinterés por la formación. Es cierto que el analfabetismo era inmenso, pero hoy este alfabetismo ha sido sustituido por el inmenso fracaso escolar. ¿Podemos decir entonces que hay grandes diferencias entre una época y otra? Quizás deberíamos analizar cómo intentaron resolver estos problemas en aquella época y aprender de lo que se hizo bien y de lo que se hizo mal.
Es cierto que Andalucía y Almería eran muy distintos hace cien años. Su principal sector productivo era la minería y la agricultura, y no el sector servicios, o la construcción. Pero la gestión de aquella época fue tan nefasta como la gestión que se ha realizado en los últimos años. Blas Infante clamaba contra la especulación de la tierra, y nos indicaba la necesidad de crear una potente clase media de campesinos, hoy estamos clamando contra la especulación, la urbanística que ha destruido nuestra costa, ha dificultado el acceso a la vivienda, y ahora está provocando que muchas personas pierdan sus casas. También la especulación financiera, que no es más que un trasvase de renta de las clases medias y bajas a las clases más altas.
Hace cien años muchos jóvenes tenían que emigrar, salir de su tierra para poder trabajar; Argelia y América eran sus destinos. Hoy es Europa, la vendimia. Antes, como ahora, eran una parte activa de la sociedad. A los jóvenes de su época, Blas Infante les pedía que lucharan, y hoy vemos como algunos de esos jóvenes luchan, salen “indignados” a las calles, a pedir un nuevo sistema político y económico.
Nuestro sistema se basa en las ganancias rápidas y especulativas, alejadas de la producción directa. Son los mercados los que indican el camino, y los políticos les siguen generalmente por sus propios intereses, como vemos por la correlación entre políticos y grandes empresas. ¡Cuántos expresidentes y altos cargos de distintos gobiernos trabajan para grandes corporaciones a la que en su momento favorecieron! ¿No es lo mismo que hacia los diputados y senadores de la primera restauración? Blas Infante creía en la concurrencia de valores individuales, pues la riqueza de un pueblo no depende de la especulación, ni de aquellos que desde los mercados quieren estrangular a las sociedades, sino del trabajo colectivo de sus ciudadanos. Y es en estos en los que hay que pensar y no en aquello. A los ciudadanos de una sociedad es a los que hay que ganarse la confianza, y no la de los especuladores, que solo piensan en su rápida ganancia.
Blas Infante, por todo ello, defendía la necesidad de una mayor redistribución de la riqueza, pues a la larga esta es la que genera confianza entre los ciudadanos y permite la mejora de la sociedad y el crecimiento económico.
Blas Infante centraba el principal factor productivo no en el capital, sino en el trabajo, en el esfuerzo de los ciudadanos para mejorar su situación personal, y así, mejorar la situación de la sociedad. Pero eso solo se podría lograr mediante la formación y la educación de los ciudadanos. En estos momentos, en los que vemos como por mor de ganarse el respeto de los mercados los dirigentes políticos inyectan enormes sumas de dinero a la banca, recortando en educación y cultura, Blas Infante nos da también la repuesta: más educación, mejor formación y mejores maestros, para tener una sociedad libre, critica y dirigida hacia el bien de la mayoría y no adoctrinada.
Blas Infante fue un gran ecologista, y nos tenemos que volver hacia su ideas, “su plegaria de los pájaros”, “sus mandamientos de Dios a favor de los animales” y sus fábulas, que son verdaderos cantos a la preservación del medio, al respeto a los animales y al medio ambiente.
El pensamiento de Blas Infante nos da propuestas distintas a las que los actuales políticos nos quieren presentar como únicas; son políticos faltos de imaginación, atados por poderes económicos fuertes, y muchas veces en cohabitación con los mismos, que son incapaces de mirar por el retrovisor y ver a otros pensadores que se enfrentaron a problemas semejantes a los actuales y dieron soluciones; estos, por su tozudez y su falta de responsabilidad, son incapaces de entender.
Es cierto que Andalucía y Almería eran muy distintos hace cien años. Su principal sector productivo era la minería y la agricultura, y no el sector servicios, o la construcción. Pero la gestión de aquella época fue tan nefasta como la gestión que se ha realizado en los últimos años. Blas Infante clamaba contra la especulación de la tierra, y nos indicaba la necesidad de crear una potente clase media de campesinos, hoy estamos clamando contra la especulación, la urbanística que ha destruido nuestra costa, ha dificultado el acceso a la vivienda, y ahora está provocando que muchas personas pierdan sus casas. También la especulación financiera, que no es más que un trasvase de renta de las clases medias y bajas a las clases más altas.
Hace cien años muchos jóvenes tenían que emigrar, salir de su tierra para poder trabajar; Argelia y América eran sus destinos. Hoy es Europa, la vendimia. Antes, como ahora, eran una parte activa de la sociedad. A los jóvenes de su época, Blas Infante les pedía que lucharan, y hoy vemos como algunos de esos jóvenes luchan, salen “indignados” a las calles, a pedir un nuevo sistema político y económico.
Nuestro sistema se basa en las ganancias rápidas y especulativas, alejadas de la producción directa. Son los mercados los que indican el camino, y los políticos les siguen generalmente por sus propios intereses, como vemos por la correlación entre políticos y grandes empresas. ¡Cuántos expresidentes y altos cargos de distintos gobiernos trabajan para grandes corporaciones a la que en su momento favorecieron! ¿No es lo mismo que hacia los diputados y senadores de la primera restauración? Blas Infante creía en la concurrencia de valores individuales, pues la riqueza de un pueblo no depende de la especulación, ni de aquellos que desde los mercados quieren estrangular a las sociedades, sino del trabajo colectivo de sus ciudadanos. Y es en estos en los que hay que pensar y no en aquello. A los ciudadanos de una sociedad es a los que hay que ganarse la confianza, y no la de los especuladores, que solo piensan en su rápida ganancia.
Blas Infante, por todo ello, defendía la necesidad de una mayor redistribución de la riqueza, pues a la larga esta es la que genera confianza entre los ciudadanos y permite la mejora de la sociedad y el crecimiento económico.
Blas Infante centraba el principal factor productivo no en el capital, sino en el trabajo, en el esfuerzo de los ciudadanos para mejorar su situación personal, y así, mejorar la situación de la sociedad. Pero eso solo se podría lograr mediante la formación y la educación de los ciudadanos. En estos momentos, en los que vemos como por mor de ganarse el respeto de los mercados los dirigentes políticos inyectan enormes sumas de dinero a la banca, recortando en educación y cultura, Blas Infante nos da también la repuesta: más educación, mejor formación y mejores maestros, para tener una sociedad libre, critica y dirigida hacia el bien de la mayoría y no adoctrinada.
Blas Infante fue un gran ecologista, y nos tenemos que volver hacia su ideas, “su plegaria de los pájaros”, “sus mandamientos de Dios a favor de los animales” y sus fábulas, que son verdaderos cantos a la preservación del medio, al respeto a los animales y al medio ambiente.
El pensamiento de Blas Infante nos da propuestas distintas a las que los actuales políticos nos quieren presentar como únicas; son políticos faltos de imaginación, atados por poderes económicos fuertes, y muchas veces en cohabitación con los mismos, que son incapaces de mirar por el retrovisor y ver a otros pensadores que se enfrentaron a problemas semejantes a los actuales y dieron soluciones; estos, por su tozudez y su falta de responsabilidad, son incapaces de entender.
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