El editorialista

Kayros
Periodista

Bien sea porque no aparece mi rostro en el frontis de los artículos, o bien porque el seudónimo es un modo de ocultación estratégica del nombre del verdadero autor, lo cierto es que más de uno y más de dos me han dicho si soy el editorialista del periódico. Nada más falso. En primer lugar el género editorial no lleva firma, ni siquiera seudónimo, y suele reflejar el pensamiento del grupo editor o de la empresa que la sustenta. Yo no estaría en mis cabales si pretendiera ser la voz de La Voz.

He escrito muchas veces que detrás de mí no existe nadie. Los temas, junto a la tormenta de ideas que suelen seguirle, me los busco yo solo. Lo que sí merece que se sepa es que a mí, como colaborador de la casa, nunca me han indicado lo que debo pensar de cualquier problema, salvo esas llamadas acerca de cualquier noticia de actualidad donde requieren mi punto de vista, eso sí, tratado con absoluta libertad.

Hago esta pequeña introducción deontológica, que seguramente a muchos les parecerá sobrante, porque es costumbre identificar al periodista con el medio donde trabaja. Así, decimos que fulanito de tal por su concepción del mundo, por sus maneras estéticas o estilistas es un típico potro de la cuadra de El Mundo, del El País o de ABC. En mi caso no puede darse esa identificación porque he ido a contra corriente. Comencé trabajando en el viejo Yugo y, si ustedes revisan mis escritos de entonces, verán que no comulgaba con aquellas editoriales enlatadas de la Jefatura del Movimiento llegadas de Madrid con la vitola de absolutamente imprescindibles.

Cuando cambió el periódico de cabecera y apareció La Voz de Almería no fueron pocos los encontronazos ideológicos con los sucesivos directores, siembre en busca de mi libertad de pensamiento. De modo que si en tiempos de plomo luché por la libre expresión, no iba a renunciar en el advenimiento de la democracia. Mi lema es unidad en las cosas necesarias; en las dudosas, libertad, y, por encima de todo, caridad. Corren malos tiempos para caminar solo al margen de capillas y foros, pero tal vez el ciudadano agradece que estemos con ese nuevo periodista surgido de las nuevas tecnologías, testigo de lo que ocurre fuera de las redacciones.
(La Voz de Almería)

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