Más población y menos camas en los hospitales de Almería

Pedro Mena Enciso
Historiador

Estimados lectores: Todos los veranos se repite la misma cantinela, pues cuando nuestra provincia multiplica su población se reduce la atención sanitaria, como se decía en la Voz hace unas semanas  recogiendo el anuncio de que  los directivos de los hospitales van a cerrar 230 camas, que se reparten entre el Hospital Torrecárdenas (140), el Hospital de Poniente en El Ejido (51) y el de La Inmaculada en Huércal-Overa (37). Más sorprendente si cabe resulta la noticia de que durante este verano los centros sanitarios almerienses contarán con muchos menos enfermeros de lo habitual, hasta el punto de que hay centros de salud que tendrán que atender a la población con la mitad de personal en relación al resto del año.

El sindicato de enfermería Satse, refiriéndose al Hospital Torrecárdenas, afirma que “el número de enfermeros también descenderá considerablemente, puesto que este verano sólo se van a sustituir 17.000 jornadas, frente a las 20.000 que se sustituyeron, por ejemplo, en 2009”.

Podríamos continuar con los datos, pero estas informaciones nos sirven por sí solas para preguntarnos desde lo más castizo del pueblo: “Esto, ¿qué es lo que es?” Porque es cierto que estamos en una situación crítica que exige esfuerzos y reducción de gastos, pero resulta ruin cualquier tipo de recorte sanitario ya que la salud, junto a la educación, nunca pueden ser objeto de restricciones sino todo lo contrario. El mencionado sindicato cita, por otra parte, a una serie de cargos designados a dedo por la Consejería de Salud a los que se les incentiva con miles de euros en concepto de productividad. La noticia se comenta por sí sola.

Profundizando un poquito más y, considerando la vida y la dignidad por encima de todo, quiero expresar una vez más a los que nos dirigen desde las distintas administraciones mi honda preocupación por la situación de nuestro sistema sanitario y por la demagogia de quien gobierna y de quien ejerce la oposición. No se puede jugar con la salud ya que es la que hace posible que nos sintamos como seres humanos. La enfermedad es el momento más delicado por el que pasa una persona porque se encuentra en inferioridad de condiciones y, por tanto, debe ser objeto de máximo cuidado y atención cueste lo que cueste. Si hay que replantear el sistema sanitario en España, pues que se haga por encima de ideologías y de autonomías. Los usuarios debemos exigir tolerancia cero en todo lo que afecta a la salud, nuestro más preciado bienestar.

En este sentido, un enfermo tiene que encontrar cariño, dedicación, una cama y una habitación individual porque la intimidad es consustancial a un ser humano, pues forma parte de su espacio vital y casi, con tanta burocracia y prohibición, es de las pocas libertades de que gozamos. Abogo por un 15-M sanitario que establezca por ley la atención al enfermo las 24 horas del día y, con esto me refiero a que un paciente no entiende de si es día laborable o festivo y de si son vacaciones de Navidad, Semana Santa o verano. Los revolucionarios de la salud conseguiríamos, por ejemplo, que no existiera la expresión listas de espera y que los domingos fuesen igual que los lunes y las noches igual que las mañanas. Así una prueba estaría al instante pues de ella puede depender una vida.

Otra cuestión vergonzosa es la derivada de la exigencia en exceso de nota de corte para acceder a Medicina y a otras profesiones sanitarias. Desde la calle, todos percibimos que se necesitan más profesionales, más hospitales... Por otra parte, como profesor, puedo dar fe del gran número de antiguos alumnos de la Modalidad de Ciencias de la Salud que hoy forman parte de la plantilla hospitalaria en países como Inglaterra, Noruega, Suecia, Dinamarca... Sin embargo, en nuestro país se observa falta de personal y nos encontramos con profesionales sudamericanos, por ejemplo. No sé por qué tanta limitación y competitividad que redunda en carencias y vemos cómo la saturación de pacientes, véase Torrecárdenas, hace casi imposible ofrecer una atención de calidad a pesar de los grandes profesionales y sus ímprobos esfuerzos por cubrir todas las necesidades.

Desde esta columna lo único que podemos hacer es intentar concienciar al mayor número posible de ciudadanos para que se movilicen y se manifiesten con todos los medios democráticos a su alcance.

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