Mojácar la Nuit

Agustín de J. Muñoz Soler

Comentarista político

Me han  llamado la atención las manifestaciones de la alcaldesa de Mojácar asegurando que el municipio no es solamente 'las despedidas de soltero', sino que es un centro turístico de índole familiar, lo cual supone un acto de cinismo en plena competición, como nos tienen acostumbrados los peperos. La alcaldesa debería hacer un ejercicio de memoria histórica y recordar que Mojácar fue en los momentos de esplendor turístico el centro neurálgico de la progresía española y catalogada, en consecuencia, como 'La Ibiza peninsular'.

Y ser progresista en los años setenta no significaba contemplar las estrellas mientras los demás observaban el color del azahar de los naranjos o el color y contextura de la tierra que los albergaba, sino que progresía tenía, y tiene, un significado que va más allá de la propia definición de la acepción, porque era un estilo de vida, una forma de vida y una manera de afrontar la vida.

Eso ya ha desaparecido y de la Mojácar 'la nuit' no quedan más vestigios que las inermes casas blancas que conforman las angostas calles empedradas del casco urbano histórico, que se ve abocado a su desaparición como núcleo turístico para convertirse en coto privado de residencia del Poder, espero que por el más corto espacio de tiempo a fin de recuperar el casco urbano histórico y antes de que se vea bajo el efecto de la vil estocada de la que, si Dios no lo remedia, será víctima.

Una vez conseguida la desaparición del casco urbano como cetro turístico de proyección internacional solo resta la playa y las aguas marinas, en plena competición con las de la costa  del Mediterráneo, para tumbarse al sol y refrescarse si se permite. Por duro y realista que resulte, Mojácar está convertida turísticamente hoy en un centro turístico vulgar y común, al igual que sus vecinas Carboneras y Vera, que nada tienen que desmerecer, pero que en la historia del turismo en el Levante almeriense estaban sumidas a Mojácar.

Habría que preguntarle a la alcaldesa y a parte de su gobierno, porque no es equipo, la razón por la que los desplazamientos de ocio se multiplican hacia las vecinas localidades de la zona y no sucede como antaño que se producían a la inversa. El mérito solo es responsabilidad de los gobernantes municipales, en el caso de Mojácar lo es de su alcaldesa y en el de las localidades colindantes de sus respectivos alcaldes, y no me cuesta nada reconocérselo a ninguno.

Mojácar ha visto reducida su oferta turística a los veraneantes que tienen una segunda vivienda ahí, a los visitantes que se acogen a las ofertas hoteleras del 'todo incluido' y a los jóvenes que se disponen a pasar unas noches alocadas, apasionadas y desenfrenadas en lo que se ha venido en llamar pudorosamente 'despedidas de soltero'. La responsabilidad, cuando se consigue un éxito, es para la regidora, y en este caso, que se ha conseguido hundir el turismo que la alcaldesa denomina 'familiar', también es para ella. Y una vez que consiga destrozar del todo el casco urbano con la construcción del complejo urbanístico en el entorno de la Iglesia pasará a la Historia de Mojácar como la alcaldesa que cogió un pueblo con una industria sostenida y lo entregó como un erial del que se huye en cuanto la oportunidad se brinda.