Farmacéutico de Alboloduy
En los últimos diez años la farmacia española ha evolucionado de forma considerable. A mí me gusta denominar este proceso como “el paso de botica a farmacia”. Como en todo proceso evolutivo, la transformación conlleva la pérdida y ganancia de algunas cosas, pero, en términos generales, el proceso debe de ser positivo, pues la mejora debe de ser el fin último de cualquier transformación.
En términos puristas el cambio se denomina Atención Farmacéutica y se trata en último término de la implicación del farmacéutico en el tratamiento farmacológico del paciente. Está basado en los tres pilares básicos que sustenta el sistema: dispensación activa, indicación farmacéutica y seguimiento del tratamiento farmacológico.
Para que todos lo entendamos, los dos primeros son lo que hasta ahora se ha hecho siempre en las farmacias de una forma activa, pero no protocolizada (perdón por el uso de un término del que tal vez abusamos). El tercer pilar de seguimiento farmacoterapéutico es el novedoso, pues supone una implicación del farmacéutico que requiere acceso al historial (exclusivamente farmacológico) del paciente.
Esto, naturalmente tiene un apoyo legal basado en la Ley 29/2006 de Garantías y Uso racional, que entre otras cosas dice en su artículo 84: ”los farmacéuticos, como responsables de la dispensación de medicamentos a los ciudadanos, velarán por el cumplimiento de las pautas establecidas por el médico responsable del paciente en la prescripción, y cooperarán con él en el seguimiento del tratamiento a través de los procedimientos de atención farmacéutica, contribuyendo a asegurar su eficacia y seguridad…”.
La implantación del sistema de Receta XXI ha venido a ayudar sustancialmente al desarrollo de esta fase de la Atención Farmacéutica
No seré yo el que defienda las prácticas inmorales de algunos farmacéuticos que, como en todas las profesiones, haberlos haylos, pero no se puede confundir a la opinión pública con este comentario, puesto que en estos casos el farmacéutico lo que hace es intentar que el paciente cumpla con el tratamiento instaurado por un médico para una determinada patología. Este es su deber ético y su obligación legal, puesto que son muchas las veces en las que el paciente, ante una mejoría de sus síntomas o por simple dejadez, abandona el tratamiento antes de que éste cumpla los objetivos por los que ha sido prescrito.
En estos tiempos en que está cobrando un triste protagonismo por los problemas de pago en Castilla-La Mancha, debemos recordar que en el entramado sanitario español la farmacia española está reconocida como uno de los mejores sistemas a nivel mundial debido sobre todo a su capilaridad social que la hace accesible a toda la población, incluidos núcleos de población aislados en los que el farmacéutico, único representante sanitario durante la mayor parte del tiempo, cumple una función impagable y poco reconocida.
El 95% de la población española tiene un profesional, licenciado o doctorado en la Universidad a cinco minutos de su casa con disposición de atenderle y no siempre con contraprestación económica. Todos sabemos a quién me refiero.
Estimado Javier: Muchas gracias por tu excelente artículo. Tal vez le ha sobrado eso de "bien informado e influyente", sobre todo lo de influyente, referido a mi persona. Bromas aparte, reconozco que tras la lectura del mismo he enriquecido bastante la información que tenía sobre los profesionales farmacéuticos. Pero sigue siendo válida mi denuncia de que la receta XXI tiene dos enormes "handicaps" que tiene que corregir: la acumulación de medicamentos por algunos pacientes y el ejercicio de "cierta" presión de "ciertos" profesionales para retirar de la farmacia unas medicinas que no se necesitan. Dices que la obligación del farmacéutico es velar por que el enfermo complete el tratamiento que se le ha recetado. Todo el mundo sabe que un tratamiento médico no siempre se cumple por voluntad expresa del paciente, y todo el mundo sabe que hay tratamientos que se quedan a medias, insisto, por voluntad del que toma las medicinas. Si un paciente toma la decisión personal de pincharse seis dosis de antibiótico y no las diez o doce que el médico le ha prescrito, el farmacéutico lo más que puede hacer es aconsejarle que complete el tratamiento, pero nunca presionarle para que lo retire de la farmacia en cualquier caso, y más sabiendo que el paciente ha decidido no continuar con el mismo.
ResponderEliminarCiertamente, estas presiones son casos aislados, pero no tan aislados. La acumulación de medicinas en casa son casos aislados, pero tan aislados, tampoco. Si vamos a recortar gastos innecesarios, incluso negando a un enfermo la medicina que le ha ido bien toda la vida, y que ahora se la sustituimos por un genérico, vamos a recortarlos de todos los sitios que podamos. E insisto: las presiones farmacéuticas que cuento no se limitan a cuatro casos aislados.
Otra vez, muchas gracias por el tono de tu artículo y por tu aportación al debate. ¡Ah, y esa farmacia que regentas sí que es una farmacia con historia! Con una larga y preciosa historia.