Pedro Mena Enciso
Profesor de Historia
Todos, dentro y fuera de Almería, conocemos la historia del Algarrobico con la más que probable trama de corrupción que le acompaña: el hotel, que se comenzó a construir en el año 2003, en la playa El Algarrobico, incluida ésta dentro de los límites del Parque Natural Cabo de Gata-Nijar, en Almería, declarado Reserva de la Biosfera , es un megaproyecto cuya construcción supone la devastación de parajes emblemáticos del Parque. Se trata de la mayor agresión cometida nunca contra un Parque Natural.
Sin embargo, queridos lectores, cuando los autores están relacionados con el poder político, todo queda impune, todo se diluye. Hace unos días saltaba la noticia: el exprimer ministro islandés, Geir Haarde, se enfrenta a un juicio por negligencia al no haber evitado el colapso financiero que llevó al país a la quiebra en 2008. Posiblemente, el citado Haarde no pudo haber evitado la crisis por incompetencia, pero tiene que responder ante los ciudadanos de su país por su mala gestión. Es verdad que lo ocurrido en Islandia pudiera resultar exagerado, pero lo dramático es que en nuestro país los responsables de la Administración no sólo no responden por ineptos e imprudentes sino tampoco cuando cometen auténticos delitos como este ladrillazo al Cabo de Gata.
Por otra parte, es cierto que derribar ahora El Algarrobico sería muy costoso y más en un momento tan crítico como el que estamos viviendo. Así las cosas, proponemos que se depuren responsabilidades para que sean los autores de la ilegalidad los que paguen con su patrimonio y trabajo el atentado perpetrado contra los ciudadanos almerienses y andaluces fundamentalmente. Sabemos que esto no sucederá, pero el mamotreto no puede seguir en pie ni un minuto más ya que está en juego nuestra credibilidad en una coyuntura donde los políticos nos están muy valorados, sobre todo desde el punto de vista moral.
Hay quien pregunta: ¿a quién perjudica el edificio? La respuesta viene dada por el nivel ético-estético-ecológico del que formula la cuestión. En ocasiones, desde estas páginas, hemos criticado ciertas actuaciones de algunas organizaciones ecologistas al no sopesar suficientemente la importancia de tener un Parque Natural respetado por todos pero también al servicio de todos. Sin embargo, en el tema del Algarrobico, cualquier persona con cierto sentido común coincidiría con Greenpeace y las demás organizaciones y ciudadanos que defendemos los valores de la Naturaleza , en que se trata de una auténtica aberración.
Dicho esto, es urgente articular un sistema para resarcir a los propietarios de los legítimos gastos y daños y perjuicios para, al unísono y sin mayor dilación, proceder con las obras de derribo si es que nos queda un ápice de sensibilidad. Por último queremos decirles a los vecinos de Carboneras que son legítimas sus aspiraciones derivadas de la creación de empleo que traería consigo el citado hotel además de la atracción turística, pero no se puede llevar a cabo el proyecto en pleno corazón de la Naturaleza y, por este motivo, les ruego que demanden todas las construcciones de Algarrobicos que quieran en suelo urbano y apto para urbanizar porque, caso contrario, llegará un día en que a alguien se le podría ocurrir construir dentro del mar con ladrillos submarinos.
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