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El poeta de Antas

Kayros
Periodista

Días pasados se celebró aquí un sentido homenaje al poeta Antonio Jesús Soler Cano. La Diputación, el pueblo de Antas, poetas invitados de fuera y demás gente letraherida que admiraba al paisano se congregaron en sabroso convivio para cantar las excelencias tanto humanas como literarias del escritor. Uno, que anda ya para el arrastre, final de trayecto, con más cosas que contar del pasado que del porvenir, desea unirse al homenaje del amigo.

Allá por los ochenta del siglo pasado entró en la redacción de La Voz un pálido señor, sumamente educado, con una carta en la mano. Al principio dudó sin saber a quien dirigirse, luego se encaminó hacia mi mesa. El motivo de la visita era simplemente que había escrito un libro de poemas y quería que la noticia saliera en el periódico. La poesía española en aquellos años se iba desprendiendo de la ganga garcilasista, juanramones, biedmas, novísimos y posnovísimos en busca de otro horizonte entre la sentimentalidad y la experiencia. Quiero decir que se hacía más íntima, confidencial y humana contando cosas cotidianas de los hombres azotados por la angustia del vivir.

Soler Cano venía de Alicante, donde trabajaba, si no recuerdo mal, en un Instituto y en aquella sazón estaba de baja en su pueblo a causa de una enfermedad hepática. Les transcribo la carta: “Amigo Kayros: Te adjunto un ejemplar de mi libro, Labios de azul, que acaba de salir a la calle. Espero salga algo sobre él en tu periódico. Ahora me encuentro aquí en mi pueblo debido a que me estoy tratando de una enfermedad hepática. En este tiempo he escrito otra obra que espero publicarla en el próximo año. Cada vez busco con mayor esfuerzo la sencillez poética, tanto en los sentimientos como en la expresión lingüística. En caso de que digas algo del libro en La Voz de Almería agradecería que me enviases un ejemplar del periódico a las señas arriba indicadas. Gracias y un abrazo, Antonio Jesús”.

Era diciembre de 1984, poco después la celosa muerte que no respeta ni siquiera a los poetas jóvenes se lo llevó para siempre. Y ahora en casa y junto al mar, bajo una lluvia casi otoñal, leo cosas muy bellas sobre el amor, la esperanza y la alegría de la vida.
(La Voz de Almería)

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