Freír un pajarito

Javier Menezo
Letrado del INEM

"Gobernad como si frierais un pajarito", recomienda Lao-Tsé. Un occidental podría entender esta cita de manera literal y llegar a una conclusión terrible: a los pájaros, que podrían ser los ciudadanos, hay que freírlos. Sin embargo, tiene un sentido más figurativo: cuanto menos se guise el pajarillo mejor, cuanto más cuidado y delicadeza se ponga al hacerlo, más fácil se digerirá.

He recordado esta cita al leer la prensa de los últimos días y ver que algunos siguen otro consejo “gobernad como si frierais una porra de churros”. No estoy pensando en los casos de corrupción, ni siquiera en abusos de lejanas diputaciones tipo 30 porteros para un edificio de 3 puertas. Tampoco pienso en esos aires de justiciero que invade a personas, hasta ese momento agradables, al entrar en sus nuevos despachos. Me refiero, más bien, al gobierno de las pequeñas cosas, de los detalles y a esos pequeños privilegios que se aceptan como consustanciales al poder y sus proximidades, y hacen la vida diaria más agradable.

No se trata de convertir en monjes trapenses a los cargos políticos y a los politécnicos, por utilizar la expresión con la que un amigo se refería a esas personas nombradas para un cargo por su militancia y que en el momento del cese dicen que no, que ellos deberían seguir porque son técnicos. Sin llegar eso, es imposible no enfadarse cuando lo único que conozcas de muchos sean sus fotos en ferias, recepciones, fútbol, baloncesto o toros, copa en mano y sonrisa amplia. Esa sonrisa que procede de saber que la cuenta la pagan el resto de los ciudadanos. No deja de pasmar ese exhibicionismo y la naturalidad con la que se acepta su derecho al privilegio. La actividad pública es una cosa, el ocio es algo que debe sufragarte cada uno, y el catering una excepción y no la regla general para evitar guisar en tu casa.  

Cuando alguien deja de tomar café en el bar de la esquina y prefiere el aguachirri de la cafetera de su oficina, ¿cómo no va a escandalizar enterarse de que esos “electos”, con sueldos nada despreciables, pasan facturas por 1,70 de un café, por el euro de un periódico, o por la docena de churros, esta última hasta acumular la letra anual de tu hipoteca? ¿Es normal que el coche oficial sirva para llevar el perro al veterinario o los niños a la playa? ¿ Es lógico que las prácticas en cata de vinos las paguen los ciudadanos en facturas interminables de comidas sin sentido?

Han pasado muchos años, pero aún recuerdo cuando jugaba con mis sobrinos en un parque y llegó alguien que no conocía. De la conversación con los del banco de al lado, a gritos, porque el poder es menos poder si no se exhibe en toda su ruidosa arbitrariedad, deduje que tenía algo que ver con un puesto político. Las risas y los comentarios giraban en torno al aparcamiento, porque seguro que a él no se atreverían a multarle. El paso del tiempo no ha borrado esa imagen. Y ahora, estos días, vuelvo a recordarlo mientras leo la prensa local y pienso en Lao Tsé.

1 comentario:

  1. El tao te king no habla de pajaritos, dice que gobernar es como freir un pescado. Algo que como todos sabemos es muy delicado.

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