Juan Antonio Barrios
Hoy quiero compartir con todos ustedes la historia vivida por tres generaciones y que ha tardado 120 años en ver la luz. Unos hechos que conmovieron a la ciudad de Almería el 11 de septiembre de 1891. La primera vez que me puse en contacto con Pedro Muñoz Romera no se podía creer que la historia familiar que le había contado su propio abuelo, Miguel Romera Álvarez, viudo de La Caridad , iba a formar parte de la historia escrita de la ciudad. Antes de que Pedro y yo nos acercáramos hasta la escultura, días antes de la presentación oficial, rememoró: “Vamos a hacer lo mismo que nuestro abuelo hacía con nosotros y nosotros hemos hecho con nuestros hijos, visitar a la señora y contar la historia para que se perpetúe generación tras generación”.
El siguiente paso fue llamar a su hermana Adelaida. Les puedo asegurar que sus palabras transmitían la emoción contenida durante 120 años. Entre los muchos datos que me aportaron, me comentó que a su abuelo Miguel Romera se le conocía con el apodo de Los Leoncios, añadiendo: “La estatua de La Caridad se colocó en la plaza Circular porque era donde apareció María fuertemente abrazada a su hijo y estando embarazada”, otro dato que ratifica la impresión que se tuvieron que llevar los operarios de los Talleres Oliveros que fueron los primeros en ver a María y su hijo.
Tras la primicia que ofrecí el pasado lunes, han sido muchas las llamadas que he recibido de los bisnietos, aportándome más datos. Uno de ellos es de María Isabel Oña Muñoz. Ha comprobado que cada 12 de septiembre, festividad de la Virgen María , aparecen unas rosas a los pies de la estatua, sin llegar a averiguar quién lo hace. La última es de Luisa Muñoz: “Mi padre, José Muñoz Romera, me llevaba desde pequeña ante la estatua contándome los hechos. Era tal su emoción que me daba la impresión de que le rezaba”.
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