Iván Gómez
Periodista
La cultura es el conjunto de las manifestaciones artísticas y científicas, de modos de vida y costumbres, de conocimientos en que se logra expresar la vida tradicional de un pueblo. Es la llave de la vida y en la provincia de Almería atraviesa un desprecio sin precedentes. La crisis la ha convertido en la principal damnificada, en la más olvidada por unas instituciones a las que no salen las cuentas, en una partida innecesaria que no aporta votos ni empleo.
Se equivocan. Lo es todo y más. Todo el que la menosprecia lo acaba pagando porque la cultura es un servicio público necesario, un derecho de los ciudadanos. "Adorno en la prosperidad y refugio en la adversidad", como decía le historiador griego Diógenes Laercio, los almerienses tenemos el deber moral de exigir a las administraciones que gestionan nuestro dinero que dejen a un lado la ya habitual cantinela de recortes en crisis, que apliquen el ahorro a otras de sus muchas carteras, las que siguen recibiendo fondos para triviales cometidos con los que emplear a los mercenarios de la política.
Es hora de clamar ante la Junta de Andalucía para mueva cielo y tierra impidiendo que el Cortijo del Fraile se caiga a pedazos, de exigir a la administración regional que sea responsable y coherente con La Alcazaba, de no querer ni oír medidas tan nefastas y disparatadas como las planteadas por la Diputación al meditar la supresión forzosa del festival Almería en Corto, de rogar a un municipio y sus gentes que no dejen morir los Juegos Moriscos que han marcado la historia reciente de Purchena, de criticar abiertamente que la ciudad cuente con un Museo del Cine y a escasos metros se haya permitido a una empresa derribar la Cueva de Conan, de rescatar del olvido el Palacio del Almanzora, de dar aliento cada año cuando flaquean las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro... y de frentar desmanes que nos marcarán a medio y largo plazo.
La provincia se merece unos gestores capaces de conciliar las fundamentales políticas de empleo con el resto de servicios públicos imprescindibles para el progreso, tanto en crisis como en bonanza, de esta sociedad. Me niego a pensar que décadas de historia cinematográfica de los almerienses, que se han vinculado con sabiduría a un Festival de Cortometrajes que se remonta a 1996 y ha sido escaparate mundial de la provincia con invitados como Claudia Cardinale, Eli Wallach, Ernest Borgnine, Úrsula Andress o Richard Lester, se tiran por la borda por la falta de financiación de la Diputación. Si la crisis asfixia hay que analizar lo rentable y lo verdaderamente innecesario. Una cita referente para el sector audiovisual, para los que siguen pensando que Almería es tierra de cine, para los que no olvidan que Tabernas es la cuna del western, no puede desaparecer. Todo no se mide en euros.
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