La Diputación de Almería, una empresa familiar

Teleprensa
Editorial

Si ya resulta difícil, más en los tiempos que corren con la crisis económica, la morosidad y el paro galopante, ver cómo se perpetuan por los “siglos de los siglos” en la poltrona de algunos sillones sus señorías, más duro se hace ver cómo algunos quieren convertir la administración pública en una empresa familiar.

La ciudadanía está cansada de personas que hacen de la política un oficio del que pueden estar viviendo toda su vida laboral y para el que se han garantizado también la jubilación. La política deber ser algo accesible para cualquier ciudadano de a pie que quiera entregar unos años de su vida a una causa común, que quiera aportar su conocimiento, sus ganas y su imaginación para que esta sociedad avance un poco. Esta máxima, sin embargo, está totalmente desterrada y así vemos como legislatura tras legislatura nos toca tragar con las mismas personas al frente de los mismos cargos. Aquí nadie se retira. Y ya no sólo no se retira sino que abusa de la política para posicionarse él y su familia.

La aberración absoluta es hacer de la administración pública una empresa familiar como se está haciendo en la Diputación de Almería, donde no contentos con poner como diputado al hijo de la esposa del alcalde de la capital -aunque se presentaba por Senés, nada se le ha perdido en este pueblo, salvo tomar posiciones políticas cuando se quedó sin empleo en la empresa privada- ahora también la hacen a ella, la consorte, en asesora de la institución provincial. Estos del PP que venían a dar prestigio a esta casa, nos sorprenden con iguales o peores prácticas vistas hasta ahora.

Pero si esto ya es grave, aún lo es más que nadie diga nada, que todos “respeten” los nombramientos. Y esto sólo nos lleva a dudar de todos. A que el que más o el que menos es rehén de su propio abuso. Demasiados consortes o familiares en empresas públicas, como asesores o con cargos políticos. Ya está bien.

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