Andrés García Lorca
Catedrático de la UAL
Muchas veces he reflexionado sobre el ser y sentir almeriense, tal vez sea un chovinismo desfasado, pero a través de estas reflexiones he encontrado respuestas a muchas posturas, actuaciones o inhibiciones de los almerienses, tanto como colectivo social o como individualidad.
Históricamente el almeriense ha sido un trabajador durísimo, austero y poco exigente, es decir muy conformista. La razón es sencilla, la que imponía una realidad física y natural que no ofrecía sus frutos si no se les arrancaba con esfuerzo y aún así, no siempre el esfuerzo tenía resultados. Recuerdo una frase de un almeriense de los años sesenta, que sentenciaba con orgullo y rabia contenida "Dios no tiene co.…de mandarnos el hambre que somos capaces de aguantar" Ciertamente sonaba como una blasfemia, pero en el fondo reconocía la misericordia divina para con sus criaturas, era casi un canto a la esperanza de una gentes en un medio hostil y deprimido al que se aferraban con fuerza. Hoy día esa fuerza continúa y sirve de estímulo a otras actividades, pero ya no es la de personas conformista, sino de colectivos exigentes por la fuerza que da el riesgo y el esfuerzo, son parcas en sus manifestaciones iniciales, pero pueden ser explosivas si se les lleva al límite, por eso conviene escucharlas.
Estamos viviendo momentos muy cruciales, la agricultura pende de unos hilos, la construcción anulada, los servicios muy desajustados a la demanda y la velocidad de los procesos de reconversión productiva muy lentos o inexistentes. Ello pone de manifiesto un riesgo social latente. La solución inmediata pasa por los reajustes y son las dinámicas espaciales en estos momentos las que están decidiendo algunos de estos reajustes. Solución que también ha sido parte del vivir almeriense, la emigración que fue una constante en la historia de este territorio, vuelve a plantearse como una opción de reequilibrio; pero si antes era fundamentalmente de peones y braceros hoy lo es de personal muy cualificado. Pero esa no es la solución, Almería necesita crecer demográfica y productivamente, nuestras cifras de población son bajas y con un poblamiento desajustado espacialmente; necesitamos alcanzar un nivel de masa crítica demográfica que nos permita ser competitivos en la generación de factores de atracción y producción. Para ello, hay que diversificar y relanzar actividades, que si bien han sufrido la crisis de la construcción, pueden volver a florecer si reorientan sus productos a los nuevos mercados emergentes de la ribera sur mediterránea. Hay que tener claro de una vez, cual es el modelo territorial y el sistema de relaciones por el que optamos y actuar en consecuencia, sin dilaciones y falsos debates.
Históricamente el almeriense ha sido un trabajador durísimo, austero y poco exigente, es decir muy conformista. La razón es sencilla, la que imponía una realidad física y natural que no ofrecía sus frutos si no se les arrancaba con esfuerzo y aún así, no siempre el esfuerzo tenía resultados. Recuerdo una frase de un almeriense de los años sesenta, que sentenciaba con orgullo y rabia contenida "Dios no tiene co.…de mandarnos el hambre que somos capaces de aguantar" Ciertamente sonaba como una blasfemia, pero en el fondo reconocía la misericordia divina para con sus criaturas, era casi un canto a la esperanza de una gentes en un medio hostil y deprimido al que se aferraban con fuerza. Hoy día esa fuerza continúa y sirve de estímulo a otras actividades, pero ya no es la de personas conformista, sino de colectivos exigentes por la fuerza que da el riesgo y el esfuerzo, son parcas en sus manifestaciones iniciales, pero pueden ser explosivas si se les lleva al límite, por eso conviene escucharlas.
Estamos viviendo momentos muy cruciales, la agricultura pende de unos hilos, la construcción anulada, los servicios muy desajustados a la demanda y la velocidad de los procesos de reconversión productiva muy lentos o inexistentes. Ello pone de manifiesto un riesgo social latente. La solución inmediata pasa por los reajustes y son las dinámicas espaciales en estos momentos las que están decidiendo algunos de estos reajustes. Solución que también ha sido parte del vivir almeriense, la emigración que fue una constante en la historia de este territorio, vuelve a plantearse como una opción de reequilibrio; pero si antes era fundamentalmente de peones y braceros hoy lo es de personal muy cualificado. Pero esa no es la solución, Almería necesita crecer demográfica y productivamente, nuestras cifras de población son bajas y con un poblamiento desajustado espacialmente; necesitamos alcanzar un nivel de masa crítica demográfica que nos permita ser competitivos en la generación de factores de atracción y producción. Para ello, hay que diversificar y relanzar actividades, que si bien han sufrido la crisis de la construcción, pueden volver a florecer si reorientan sus productos a los nuevos mercados emergentes de la ribera sur mediterránea. Hay que tener claro de una vez, cual es el modelo territorial y el sistema de relaciones por el que optamos y actuar en consecuencia, sin dilaciones y falsos debates.
No hay comentarios:
Publicar un comentario