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Paro y vacaciones


Javier Menezo
Letrado del INEM


Hemos oído: el paro sube en agosto porque los empresarios quieren que las vacaciones las pague el INEM.  La noticia en sí no sería mala, sería un fraude de ley pero al menos significaría que la creación de empleo, y el descenso real del paro no se habría interrumpido. Para ilustrar el tema hemos visto algún ejemplo muy mal traído, como el de los empleados de comedores escolares. Hombre no, esas personas no están cometiendo ningún fraude, son trabajadores fijos discontinuos que interrumpen su actividad en verano (lo absurdo sería seguir poniendo comidas en colegios vacíos). Es exactamente lo mismo que pasa en Almería entre junio y agosto, cuando finaliza la campaña agrícola y miles de trabajadores, mayoritariamente mujeres,  interrumpe su actividad. No son fraudes, está previsto y protegido por la legislación sobre desempleo.

Sin embargo, si es verdad que también se da en sectores que mantienen la actividad todo el año y llegadas las vacaciones se producen ceses para evitar pagarlas. Desde luego no es un hecho nuevo, que haya surgido este año y no se esté intentando combatir desde hace tiempo. Las medidas abarcan desde el control por la Inspección de Trabajo al papel del INEM. Una de esas medidas fue: el paro no puede pedirse cuando se termina el contrato, sino cuando finaliza el período de vacaciones no disfrutadas. La eficacia ha sido más bien poca.

La segunda se introdujo mediante un añadido a la Ley de procedimiento laboral, el 145 bis, que permite al INEM demandar a la empresa que realiza estas prácticas. Cuando una empresa, de forma reiterada, despide a un trabajador en vacaciones y le vuelve a contratar después, se pide al Juez que obligue a la empresa a que devuelva al INEM el paro que ha cobrado el trabajador. Su efectividad ha sido también muy baja.

Creo, por tanto, también en este caso y que como dice la sabiduría popular: más vale prevenir que curar. Aquí la prevención se llama contratación indefinida. Donde hay más posibilidades de este tipo de fraude es en la contrato temporal. Basta con no renovarlo y hacer otro pasado el verano. La noticia sobre estas prácticas ha coincidido en el tiempo, curiosamente, con la moratoria por dos años en la limitación al encadenamiento de contratos temporales. No puede lamentarse lo que al mismo tiempo, y aunque no se quiera, se acaba posibilitando.

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