Antonio Medina Guevara
Escritor
Hace unas décadas, cuando leíamos y veíamos noticias de nuestras tierras hermanas, pensábamos que estaban retrasados, que tantos años de dominio del Tio Sam a través de sátrapas y dictadores los convertía en muy diferentes a nosotros, a los hispano-íberos, que habíamos enterrado al dictador y un nuevo mundo nos esperaba. ¡Que ilusos…! En España han prohibido más cosas en diez años que en todo un siglo. Menos el votar, que va acompañado de pago al votado.
Al cabo del tiempo te das cuenta que todo es efímero, que lo bueno (como lo malo, esperamos, al menos) no dura para siempre; que la ilusión mueve montañas y pueblos, pero que también la desilusión mata todo signo de orgullo y de alegría.
Digo esto porque veíamos que los sátrapas cargaban con los beneficios de sus países, mientras esos mismos países se hundían poco a poco. Pues bien (o mejor dicho: mal), ahora cuando leo y veo las noticias me veo y nos veo reflejados en esos años de esos países amigos. La corrupción se asentó en nuestras vidas como uno más de la familia. En pequeña, gran y grandísima escala, vemos a eenadores, diputados, alcaldes, concejales, seudo-funcionarios y hasta simples ciudadanos de a pie justificando a toda esa panda de chorizos como algo normal e irremediable. Pues no. No podemos consentir que por corporativismo, enchufismo o simplemente apatía, estos indeseables, que todos sabemos de sus nombres y apellidos, sigan “beneficiándose” nuestras vidas y nuestros bolsillos.
No quiero escribir en contra de ningún partido, porque el que esté libre de pecado…, pero me gustaría proponer algo sin signo partidista: no votar en las próximas elecciones a ninguna candidatura que tenga un aviso de corrupción o corruptela. Sé que es casi imposible, que habrá que buscar una aguja en un pajar, pero creo que merece la pena intentarlo; el resultado puede ser impresionante. Ya que los partidos no ponen vergüenza en sus filas, pongamos a sus filas de patitas en su pocas verguenzas…
No olvidemos que somos sus clientes, y que seguro que buscando, aunque mucho cueste, encontraremos alguien digno de cobrar de nuestro voto.
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