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Y verdad hay más de una

José Manuel Capel
Coordinador de Mesa de Equo Almería

La consigna es clara. Al modo en que en otros tiempos y otras personas postulaban, espada en una mano y biblia o corán en la otra, que dios no había más que uno, cierto sector económico y político porta el estandarte del neoliberalismo como si de una gran y única verdad se tratara. Atrás quedan los experimentos de intervencionismo estatal de la New Deal americana y el estado del bienestar europeo, con su máximo exponente en las democracias nórdicas. Todos son considerados fórmulas híbridas y erróneas para solucionar un problema que no tiene, según la doctrina liberal, otra salida que la reducción del gasto público y, en última instancia, la propia reducción del estado a su mínima expresión. Muerto el perro se acabó la rabia.

Pero la gravedad de la situación no estriba tan sólo en el surgimiento de una nueva clase política, fervorosamente creyente del ideario neoliberal, lo cual tampoco es pecata minuta, sino en el enmascaramiento tras ese ideario que hace la tradicional clase política conservadora española de sus llamados valores tradicionales. Un acto de hipocresía de ideas que convence sólo a aquellos a quienes desde la caja tonta se les anuncia la nueva revelación, y la creen, que tampoco son pocos en estos tiempos que corren.

Parecen contemplar la realidad como un escenario científico donde no caben ideologías y donde la dialéctica izquierda-derecha queda anticuada. El mensaje que se transmite es que la acción del estado ha de ser sometida al examen económico de su rentabilidad presupuestaria, siempre a corto plazo, siempre en estrictos términos de saldo. Se lo empezó llamando tercera vía, pensamiento único, y ha llegado a ser adoptado por instituciones supranacionales, partidos políticos de corte ideológico diverso, además de las principales editoriales y columnistas del cuarto poder.

No obstante hay detalles que permiten observar en cierto sector de la clase política española, como digo, la falsedad de su abrazo a la nueva fe. Así, mientras el apoyo económico a la educación privada se mantiene a través de los múltiples conciertos de centros educativos de gestión privada, la educación pública sufre un recorte presupuestario tras otro; mientras se recapitalizan las instituciones financieras deficitarias y desde los poderes públicos se favorece la concentración en el sector bancario, se reduce el presupuesto público en sanidad. No es cuestión de gastar menos, es cuestión de gastarlo según el pensamiento conservador.

Aun así, lo más grave es el atentado contra la libertad ideológica, de expresión y de manifestación que subyace en acusaciones como las que se hacen al movimiento 15M o a las recientes manifestaciones de profesores, de estar politizados, de ser “fenómenos” de carácter político. Acusaciones que esconden la incomodidad que produce la expresión de ideas que les son contrarias, la incomodidad de la manifestación de otra verdad que no es la suya, incomodidad más propia de otro régimen, por fortuna ya enterrado.

Están politizados sí, por sus propias convicciones. Y son claras manifestaciones de carácter político. Como no puede ser de otro modo, una concentración a favor de la inversión en educación pública es política. Todo un movimiento social a favor de una democracia participativa y superadora de las grandes desigualdades e injusticias existentes, es política. Y no se puede pretender por los políticos profesionales la desautorización de dichas expresiones de marcado carácter ideológico, no se puede pretender despolitizar la sociedad civil y arrogarse ellos, la élite del poder y las siglas, que cómodamente descansa en el sillón de un despacho y un hemiciclo, el derecho en exclusiva a ejercer la política. Porque como ya se encargó de recordarnos tempranamente Aristóteles, el hombre es un animal político. Y verdades, por mucho que les duela, hay más de una.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo en todo, menos que en que hay varias verdades. Verdades solo hay una y se llama injusticia.
    Hubo un tiempo en que quizás por modismo, lo social estaba bien visto, pero parece que ahora, los mismos que nos llevan a la ruina, quieran dar las soluciones con sus propuestas de fórmulas que solo a ellos enriquecerán.
    La sanidad, cultura y cosas necesarias, ellos no quieren que corran a cargo del estado. ¿Para que, si se lo pueden pagar, de paso, no pagar un duro en impuestos pese a llenarse el bolsillo.

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