Mónica Ureta
El Correo de Andalucía
Un día como hoy de hace 30 años, el cielo andaluz amaneció encapotado. Las nubes hacían presagiar un panorama ensombrecedor, en el que muy pocos andaluces fueran a votar en referéndum la ratificación del Estatuto de Autonomía. Había desencanto, desconocimiento del texto, muy poco interés de los partidos por promocionarlo y mucho paro. Pero, para sorpresa de todos -políticos y periodistas incluidos- Andalucía desafió a los elementos y dijo sí, una vez más, a ser una comunidad de primera. De esa lección ciudadana, que permitió el despegue de una comunidad históricamente deprimida y maltratada, se cumplen hoy tres décadas.
Así lo contaba El Correo, decano de la prensa sevillana, que entonces costaba 30 pesetas: "El pueblo andaluz hizo malos los pronósticos de los que auguraban un fracaso electoral. Nadie daba un duro por el referéndum. Pero Andalucía echó a andar con paso firme, nada titubeante; con paso seguro, sin muletas, con todo el garbo de las gentes de esta tierra, ansiosas de alcanzar el sol, un sol que es al mismo tiempo justicia y solidaridad". La abstención amenazaba con arruinar la difícil conquista autonómica que se logró el 28 de febrero. A los partidos nacionales no les interesaba que Andalucía tuviera más cotas de autogobierno y vaticinaban que España se iba a romper. Hubo muy poca campaña, casi ningún mitin y una publicidad paupérrima. El PSOE, por ejemplo, dijo que iba a dedicar 55 millones y al final gastó 30, mientras que UCD se quedó en 20 millones. Sólo el presidente de la Junta, Rafael Escuredo, que entonces tenía 37 años, se recorrió "de cabo a rabo" la comunidad -narran las crónicas de este periódico- en un intento de animar al electorado, hastiado porque en cinco años había acudido a las urnas siete veces. Al final participó el 53,49% de los andaluces y ganó de forma aplastante el ‘sí'. Gracias, en buena parte, a la campaña en favor del referéndum que hicieron los curas, que públicamente pidieron el voto positivo.
En la jornada electoral hubo más de un contratiempo. Los que estrenaban la mayoría de edad no pudieron votar y tampoco lo hicieron algunos que sí ejercieron su derecho el 28-F. En el censo de Jerez "sobraban los muertos y faltaban los vivos" -cuenta El Correo- y el alcalde de Baza (Granada), Diego Hurtado, fue detenido por extender certificados de residencia a vecinos que se lo habían pedido. En Dalias (Almería) sólo votaron cuatro personas de un censo de 2.648 electores en protesta por el cambio de capitalidad del municipio en favor de El Ejido. A las urnas acudieron puntualmente los líderes políticos de la época: Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, entonces secretario general del PSOE-A; Soledad Becerril, secretaria tercera del Congreso; Manuel Clavero Arévalo, presidente de Unidad Andaluza, o Felipe Alcaraz, secretario general del PCA.
Precisamente hoy, muchos de ellos celebran actos para conmemorar esta efeméride. Y es que tres décadas después, la unidad de los partidos andaluces por la autonomía es inquebrantable y nadie duda hoy de la importancia del Estatuto que se gestó en el Parador de Carmona (Sevilla). Una norma que propició a Andalucía un "viento favorable para caminar más deprisa", rezaba el editorial de este periódico. Y que, según el expresidente andaluz, haría que "nadie volviera a reírse de nosotros".
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