Rafael M. Martos
Director de Noticias de Almería
El comisario europeo de Transportes, Siim Kallas, no valoró adecuadamente la repercusión que podían tener sus palabras reconociendo que la decisión sobre los corredores ferroviarios que financiará la Unión Europea y su trazado habían sido consensuados con el Gobierno español y su ministro de Fomento, José Blanco. Todos los partidos políticos andaluces eran partidarios del Corredor Ferroviario Mediterráneo, pero antes de conocer cual sería su trazado, algunos ya lo estaban cuestionando por el mero hecho de que era el que quería el PSOE. Desde ese mismo instante ya dejó de importar lo que hasta ese momento habían sido las exigencias irrenunciables: el corredor debe llegar hasta Algeciras... y llega, el corredor debe llegar a Almería... y llega, pero a la capital... y llega, pero hasta el puerto... y llega.
Pero si hay una cosa que sorprende mirado en perspectiva es el cúmulo de declaraciones de los socialistas más diversos en relación a este asunto si, como dice Kallas, se ha hecho lo que ha dicho el ministro. No se entiende que el infame Manuel Chaves dijera que lo mejor era el Corredor Central cuando su compañero del banco azul estaba defendiendo el Mediterráneo. No se entiende que el almeriense Miranda Hita dijera, como subsecretario de Infraestructuras, que para Almería no era importante este corredor ya que la convertía en estación de paso y eso era improductivo, cuando al final resulta que es un nudo en el que se produce una bifurcación o un nexo, según se mire. Y lo último, desde la Junta de Andalucía tanto Mar Moreno como José Antonio Griñán, jugando a dos barajas, diciendo "el central pero con ramificaciones" y acusando a Javier Arenas de traicionar a Andalucía por pedir sólo el Mediterráneo. Vaya, al final resultó elegido el Mediterráneo. Vaya, vaya, qué bien informados estaban.
Pero esas posturas, inexplicables a día de hoy, tienen su mayor exponente en el hecho de que el PSOE intentara convencernos, montando una romería hasta un túnel, que el Corredor Ferroviario Mediterráneo ya se estaba haciendo, con lo que a todos nos surgía la duda siguiente: o nos están mintiendo y eso no es lo que dicen que es o, si es así, entonces que nos expliquen qué tiene que decidir Europa sobre algo que ya se está haciendo.
A pesar de todo ello no hay que quitarle valor a la decisión europea, y hay que felicitar a los socialistas que nos pillan más cerca, como el secretario general de Almería, José Luis Sánchez Teruel, quien siempre se ha desmarcado de las anteriores declaraciones y ha sostenido que ocurriría lo que finalmente ha pasado.
Es cierto que la decisión no deja satisfechos a todos, y el PP rápidamente ha ido a ponerle pegas, que las tiene, pero no deben ensombrecer el éxito logrado. Almería tendrá salida hacia Europa por el Mediterráneo para viajeros y mercancías, y hasta ella llegarán desde Granada capital, y también desde Sevilla, y desde Antequera, donde enlazará Málaga, que también puede utilizar la carretera para llegar a nuestra provincia.
La utilización de infraestructuras ya existentes que serán mejoradas, la elección de trazados más viables económicamente por una orografía más benigna y el hecho incuestionable de que para una inversión de este tipo hay que valorar la rentabilidad que ofrece cada punto por el que se pasa son elementos imprescindibles para valorar en su justa medida.
Lamentar que no pasa por el Poniente de la provincia de Almería o el Levante de la de Granada, cuando la A-7 es toda una aventura terminarla, es llorar sobre mojado, hacerlo pasar por ahí sólo contribuiría a eternizar el proyecto. Mirar los mapas de cómo quedará todo cuando se acabe, allá por el 2020, o... deja una sensación extraña a advertir que Almería deja de ser una esquina.
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