Juan José Ceba
Escritor
A lo largo de treinta años de exigencias para salvar el Cortijo del Fraile, los socialistas han utilizado siempre la misma táctica irresponsable de “salir del paso” cada vez que las protestas arreciaban en los medios de comunicación. Tengo documentada esa falta absoluta de voluntad y esa visión menguada, que nos han llevado hasta los derrumbes de hoy.
No quisieron enterarse de los valores del lugar, desde que a principios de la década de los ochenta comenzamos a llamar de manera insistente la atención. En la primavera de 1990 enviamos una extensa Carta sobre Cultura, al secretario general de los socialistas almerienses, en la que proponíamos la “recuperación” del Cortijo y que se realizaran las gestiones para su adquisición. Aún esperamos la respuesta. Para mayo de 1992, y en la clausura de la IV Muestra Andaluza de Teatro de los centros de personas adultas, los grupos participantes firmaron un escrito, dirigido al Ayuntamiento de Níjar para que hiciera “las gestiones oportunas para restaurar y recuperar definitivamente” el edificio. Un silencio de hielo congeló el entusiasmo.
El llamado Manifiesto del Cortijo del Fraile, impulsado por numerosos colectivos, fue de un enorme impacto. En el envío al presidente de la Junta –el 28 de junio de 2002- le solicitábamos “que se actúe con el máximo de urgencia y se atienda a las peticiones del “Manifiesto”, en bien de la cultura viva de nuestra comunidad”. Chaves ni contestó, ni movió un dedo. No cesaban las cartas, actos creativos y artículos. Pronto entendimos que en Sevilla había un cerrojo oxidado para las aspiraciones culturales de Almería. La adhesión del hispanista Ian Gibson fue un respiro en la lucha. El director de la Casa-Museo de Federico, en Fuentevaqueros, Juan de Loxa, nos llamó por teléfono para mostrar su disposición a colaborar en un futuro Museo por las tierras de Níjar.
Vino luego la realización de la película de Lola Guerrero, surgida a partir de la lectura del Manifiesto. De nuevo otra carta a Chaves, en septiembre de 2004, obtiene el mismo silencio putrefacto, la misma suerte aciaga, en una burla continua y menosprecio hacia esta tierra. La reivindicación es asumida por una gran mayoría de almerienses y por la red de colectivos que claman por el patrimonio. Cuando ya la presión se hace insoportable, la Junta aprueba la declaración de BIC, que llega tarde y resulta insuficiente (como se ha visto de forma lamentable). Casi al asalto, abordamos a la comitiva de Griñán, en septiembre de 2010, con una carta que insistía en el drama que arruina al Cortijo. Ha sido una desgracia que El Fraile no estuviera ubicado en Sevilla. Ni burla ni desprecio habrían sufrido; ni esta abominable destrucción.
(La Voz de Almería)
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