Corredor mediterráneo: el triunfo de la lógica

Antonio Lao
Director de Diario de Almería
 
La gran jornada de las comunicaciones para Almería fue el miércoles. Sobre el mediodía, el comisario de Transportes de la Comisión Europea, Siim Kallas, reveló que Bruselas confía en el Corredor Ferroviario del Mediterráneo hasta 2030. Aunque no fue una decisión fácil, vistas las dificultades económicas por las que atraviesa el viejo continente, la financiación comunitaria es la garantía para que la iniciativa salga adelante. Condenado al ostracismo durante años, en beneficio casi siempre del centralismo capitalino, el corredor mediterráneo tiene ahora la oportunidad de demostrar lo que es capaz de hacer por la economía almeriense, española y, de paso, la europea.

Para Almería la importancia de la obra no es baladí. Su ejecución -en parte ya está hecha, muchos kilómetros en obras y otros en proyecto- vendrá a dar el gran empujón que necesita esta provincia para convertirse en uno de los centros de conexión entre la vieja Europa y África a través del puerto de la capital. De forma paralela nos sitúa como lugar de referencia en el transporte de hortalizas por ferrocarril a Europa y nos abre de forma definitiva a los mercados de pasajeros del continente. Menos de cuatro horas a Madrid o algo más de siete a la frontera francesa son suficientes argumentos para creer en una obra básica en el devenir de las futuras generaciones de esta provincia.

Luego están los egos personales y partidistas que en estos meses no han hecho otra cosa que azuzar el Corredor Mediterráneo como prioritario. Bien está lo que bien acaba, pero a cada uno lo que le corresponde. Fue José Blanco quien sentó en la Cámara de Comercio de Barcelona a la mayoría de los presidentes de las comunidades afectadas para presentarles la obra; ha sido el lobby de Ferrmed quien no ha cejado en su empeño desde hace años y no hay que despreciar la cabalgata que el PP y sus alcaldes costeros han llevado a cabo en este tiempo, apostando por lo que ya es una obra con dinero de Europa.

A partir de aquí, gane quien gane el 20-N, el corredor es imparable. Las obras se pueden o no ralentizar, pero la meta de esta maratón está hoy más cerca que la semana pasada. Con eso me quedo.

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