Letrado del INEM
Si la necesidad aguza el ingenio, la de Rubalcaba debe ser mayor que la de Rajoy, visto como aumenta cada día la cantidad de propuestas que ofrece en comparación con el segundo. A Rajoy ni siquiera parece importarle el susto que puede provocar entre los ciudadanos que su receta económica sea lo que Dios mande. ¿Tan mal estamos que necesitaremos un milagro? Mientras, Rubalcaba lanza propuestas a tal velocidad que cuando quieres opinar sobre una ya te has quedado anticuado porque hay otra. Iba a pensar sobre el asunto de la dación en pago, pero ¿a quién le importa ya si lo último es un conjunto de actuaciones para reactivar el empleo?
Sería bueno que Rubalcaba no cayera en lo que, en mi opinión, fue un error del gobierno socialista: un sin parar de medidas sucediéndose y superponiéndose unas a otras. Muchas son buenas medidas que hubieran tenido más éxito si no hubieran quedado tapadas por las siguientes, dificultando su conocimiento. Un ejemplo sería el cheque parado de 2009 que todavía está en vigor y que apenas se ha utilizado o el plan de choque, aprobado en febrero, con una rebaja de cotizaciones de entre el 50% y el 75% para los contratos a tiempo parcial con menores de 30 años y parados de larga duración, y que, por ese hiperactivismo legislativo, probablemente ya nadie recuerde.
Pues, similar a esta última, pero ampliada es una de las propuestas de la pasada semana: “una fuerte reducción de las cotizaciones sociales que pagan las empresas para el conjunto del nuevo empleo que se cree” en palabras del ministro Valeriano Gómez. La idea es buena, pero estamos en lo de siempre: una reducción general en las cuotas supone menos ingresos que no se van a compensar, íntegramente, con los impuestos que paguen los nuevos empleados y aunque tampoco se recuerde ya, teníamos una enorme urgencia por reducir el déficit.
Sin embargo, la idea más valiente, es la de replantearse las cotizaciones por desempleo. Hay empresas en las que lo normal es el empleo fijo y por tanto sus trabajadores tienen menos posibilidades de cobrar el paro y otras, con una alta temporalidad. Todas cotizan por desempleo, pero unas no lo usan y otras abusan de esa rotación de trabajadores que entran y salen de la empresa y del paro. La cuestión no es fácil de resolver, y más tras haberse quitado temporalmente el límite a la encadenación de contratos temporales. Habrá que esperar, por tanto, a ver los detalles de la propuesta porque en la actualidad los contratos fijos ya cotizan por desempleo menos que los temporales. Pero, esta propuesta, algunas insinuaciones de dirigentes del PP, empresariales, o del mundo académico nos avisan de algo que no estará claramente en los programas del 20N pero en lo que el próximo gobierno tendrá que pensar: el sistema de protección por desempleo, si cambiamos como se cotiza también habrá que avanzar hacia una simplificación o modificación del sistema de protección en sí, cuyo importe mensual, tan sólo en Almería, ronda los 45 millones y en toda España supera los 30.000. Pero, al hacerlo, sería necesario buscar un amplio acuerdo social y si no, tal y como están las cosas, mejor seguir el consejo de Eugenio D'Ors a un joven camarero que, desconocedor de cómo se abría una botella de champán, acabó tirándoselo encima: los experimentos con gaseosa.
Sería bueno que Rubalcaba no cayera en lo que, en mi opinión, fue un error del gobierno socialista: un sin parar de medidas sucediéndose y superponiéndose unas a otras. Muchas son buenas medidas que hubieran tenido más éxito si no hubieran quedado tapadas por las siguientes, dificultando su conocimiento. Un ejemplo sería el cheque parado de 2009 que todavía está en vigor y que apenas se ha utilizado o el plan de choque, aprobado en febrero, con una rebaja de cotizaciones de entre el 50% y el 75% para los contratos a tiempo parcial con menores de 30 años y parados de larga duración, y que, por ese hiperactivismo legislativo, probablemente ya nadie recuerde.
Pues, similar a esta última, pero ampliada es una de las propuestas de la pasada semana: “una fuerte reducción de las cotizaciones sociales que pagan las empresas para el conjunto del nuevo empleo que se cree” en palabras del ministro Valeriano Gómez. La idea es buena, pero estamos en lo de siempre: una reducción general en las cuotas supone menos ingresos que no se van a compensar, íntegramente, con los impuestos que paguen los nuevos empleados y aunque tampoco se recuerde ya, teníamos una enorme urgencia por reducir el déficit.
Sin embargo, la idea más valiente, es la de replantearse las cotizaciones por desempleo. Hay empresas en las que lo normal es el empleo fijo y por tanto sus trabajadores tienen menos posibilidades de cobrar el paro y otras, con una alta temporalidad. Todas cotizan por desempleo, pero unas no lo usan y otras abusan de esa rotación de trabajadores que entran y salen de la empresa y del paro. La cuestión no es fácil de resolver, y más tras haberse quitado temporalmente el límite a la encadenación de contratos temporales. Habrá que esperar, por tanto, a ver los detalles de la propuesta porque en la actualidad los contratos fijos ya cotizan por desempleo menos que los temporales. Pero, esta propuesta, algunas insinuaciones de dirigentes del PP, empresariales, o del mundo académico nos avisan de algo que no estará claramente en los programas del 20N pero en lo que el próximo gobierno tendrá que pensar: el sistema de protección por desempleo, si cambiamos como se cotiza también habrá que avanzar hacia una simplificación o modificación del sistema de protección en sí, cuyo importe mensual, tan sólo en Almería, ronda los 45 millones y en toda España supera los 30.000. Pero, al hacerlo, sería necesario buscar un amplio acuerdo social y si no, tal y como están las cosas, mejor seguir el consejo de Eugenio D'Ors a un joven camarero que, desconocedor de cómo se abría una botella de champán, acabó tirándoselo encima: los experimentos con gaseosa.
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