El paro de Almería

Javier Menezo
Letrado del INEM
 
El carácter cíclico de la economía almeriense hace del tercer trimestre del año el momento en que el paro llega a su máximo nivel. No es necesario polemizar sobre qué estadística es más fiable, se basan en métodos distintos, pero todas apuntan a lo mismo: nuestro nivel de paro es elevadísimo, para la EPA 126.800, para el INEM 75.150.

La buena noticia es que a partir de aquí comienza a bajar, como se comprobará en unos días, con los datos de paro registrado de octubre. Estas rotundas cifras no deben tapar un dato esperanzador: la destrucción de empleo en Almería parece haber terminado y comienza a crearse nuevo empleo. La EPA recoge 3.300 ocupados más, aunque insuficientes para absorber un crecimiento de la población activa de 6.700. Tras una primera mitad del año en que el desánimo llevó a abandonar la búsqueda de empleo, la mejora de la hostelería ha reactivado la esperanza de encontrarlo, y aunque sólo la mitad lo ha logrado, y por tanto el paro ha subido, el dato es bueno.

Otra buena noticia: el paro femenino vuelve a bajar, lo hace en 900. Se confirma una tendencia que se puso de manifiesto desde que en 2008 empezó con fuerza el ajuste por la crisis. Cuando la construcción y la industria destruían masivamente ocupación masculina y disparaba la tasa de paro del cabeza de familia, las mujeres, hasta entonces inactivas, se apresuran a buscar una alternativa de renta regular. Eso ha salvado la economía de muchos hogares almerienses, aunque con sueldos más bajos, y lo seguirá haciendo mientras la construcción no dé señales de reactivación. Y esta es la parte mala: que no las da. Al finalizar 2007, el 24% de los trabajadores lo hacía en el sector de la construcción. Hoy son menos del 7%.

Y para acabar, una prudente previsión de futuro: en el cuarto trimestre bajará el paro, sobre todo en la agricultura, los trabajos hortofrutícolas, y entre las mujeres. Pero el problema principal se mantendrá: el paro no bajará de forma continuada mientras no se reactive la construcción, y parte de los trabajadores que estuvieron en ese sector pasen a emplearse en otras actividades. Para posibilitar ese trasvase son imprescindibles las políticas activas de empleo y la formación. De aquí la gravedad de la tentación de recortes en educación.

El resultado monetario se cuantifica inmediatamente, pero sería pan para hoy y hambre para mañana, porque a medio y largo plazo convertirían al paro en el problema de ésta y la siguiente generación.

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