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El recurso fácil de la gracia contra Andalucía

El Correo de Andalucía
Editorial

Las afirmaciones hechas en sede parlamentaria por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, sobre el acento de los escolares de Sevilla y Málaga, en las que aseguraba que en ocasiones “no se les entiende en castellano”, han generado una ola de indignación en toda Andalucía, donde se tiene la sensación de que llueve sobre mojado. Una vez más, y ya van demasiadas, un dirigente político de Cataluña o Madrid (que es de donde suelen proceder estos ataques) utiliza nuestro acento o un aspecto de nuestra cultura para hacer una gracia, un gesto populista que le haga ganar puntos ante la parroquia propia incluso a costa de faltar al respeto a millones de personas.

El Molt Honorable President de la Generalitat de
Catalunya, Artur Mas
Con sus palabras, Mas ha mostrado una escasa altura de miras política porque se puede defender lo propio sin por ello tener que atacar lo ajeno, cayendo en el recurso fácil y manido del estereotipo que, por otra parte, tanto molesta en Cataluña cuando se hace mofa de su acento o su personalidad como pueblo. Y de nuevo el centro del ataque ha sido una tierra, Andalucía, que durante décadas envió lo mejor que tenía, su propia gente, para ayudar entre todos a construir la Cataluña plural que hoy conocemos, un pueblo cuyo presidente no ha sabido estar a su altura y que ha vuelto a expresarse con un sentido de la superioridad que ni viene a cuento ni tiene razón de ser.

Las disculpas de Mas, que ayer lamentó que no se ha sabido interpretar una “afirmación desenfadada”, era lo mínimo que procedía. El problema es que ya son demasiadas las veces en las que se trata a Andalucía como una tierra subdesarrollada o inculta, vistiendo con los ropajes de la crítica política un insulto grosero y estereotipado que para Mas no deja de ser una “anécdota” que ha impedido centrar el debate en lo que él quería. Pero es que en un país civilizado lo primero debe ser el respeto mutuo que garantice la convivencia, unas reglas del juego a las que muchos apelan pero que después se saltan para hacer una gracieta intolerable.

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