Luis Barbero
Periodista
Tras las elecciones del 22 de mayo, el poder autonómico del PSOE se ha reducido tanto que el mapa político de España es una gran mancha azul en el que los socialistas cuentan solo con dos reservas indias: una en el norte (el País Vasco) y otra en el sur (Andalucía). Dos comunidades muy distantes y muy distintas (por población, extensión, sociología o estructura económica), pero en las que están ocurriendo algunos de los acontecimientos más interesantes de esta precampaña.
El anuncio de ETA del cese definitivo de la violencia abre un escenario lleno de esperanza, pero también de incertidumbres, cuya gestión corresponde a múltiples actores y que, probablemente, durará años. Todavía es pronto para conocer la incidencia que va a tener el fin del terror en la campaña y en los resultados electorales en Euskadi, pero lo que es indudable es que los socialistas vascos, dirigidos por el lehendakari Patxi López, jugarán un papel central.
En Andalucía, sin tanta repercusión, obviamente, se está librando una batalla de calado entre PSOE y PP que trasciende el ámbito autonómico. Por primera vez desde 1996, las elecciones generales y andaluzas no van a coincidir, con disgusto de la dirección federal del PSOE. El motivo es que, tras 30 años de gobierno y con todas las encuestas en contra, los socialistas andaluces han decidido jugarse todo a una carta.
José Antonio Griñán quiere evitar pasar a la historia como el primer presidente socialista que pierde unas elecciones en Andalucía con uno de los grandes debates políticos del momento: los recortes. Su campaña para las elecciones autonómicas de marzo de 2012 se basará en contrastar las decisiones de su Gobierno con las que toman las comunidades del PP y, sobre todo, con las (previsibles) medidas traumáticas que adopte Mariano Rajoy nada más llegar (si llega) al poder. El primer paso se ha reflejado en el Presupuesto andaluz del próximo año, que sortea el tijeretazo y contempla un crecimiento del 1,1% gracias a una subida de impuestos y a que apurará al máximo el límite de endeudamiento.
Lo más significativo es que el presupuesto de Educación, uno de los campos donde se va a dilucidar la batalla electoral el 20-N, sube un 2,5%. El PP sabe que este es el ámbito de confrontación que ha elegido el PSOE, de ahí las declaraciones de Ana Mato acerca de que los niños andaluces estudian en el suelo, un exceso que se le ha vuelto en contra (el caso se refería a una actividad de cuentacuentos para niños de educación infantil en un colegio de Málaga).
El candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, también es consciente de que este es un escenario del que puede sacar tajada, de ahí que ya hable de “receta andaluza” o “receta madrileña y valenciana” para afrontar las restricciones en las cuentas públicas.
Generacional y orgánicamente, hay otro elemento interesante en la lectura interna de lo que ocurre en el PSOE en el País Vasco y Andalucía. Patxi López (52 años) se perfila como uno de los activos de futuro del PSOE, un asunto que, ineludiblemente, los socialistas tendrán que abordar en no mucho tiempo. Griñán, no. Griñán (65 años) es de la generación que hizo la transición, que está de salida y que se declara felipista convencido (nunca tuvo especial sintonía con Zapatero).
El zapaterismo es prácticamente historia en el PSOE y en Andalucía ni siquiera se ha notado su huella porque los éxitos electorales del pasado le permitieron obviar la revolución que supuso la llegada del todavía secretario general. Es decir, en Andalucía va a haber poszapaterismo, sin haber habido zapaterismo.
Griñán gestiona la herencia institucional y orgánica que dejó Manuel Chaves, en algunos casos complicada (veáse el caso de los ERE fraudulentos), y es consciente de que el PSOE andaluz solo continuará siendo una opción real de futuro si hace cambios profundos. Su problema es el tiempo.
60 de los 350 diputados que están en juego en el Congreso el próximo 20-N se disputan en Andalucía. El PP intenta conquistar el último gran bastión socialista, un territorio que no solo es un granero de votos, sino que es la esencia de lo que ha sido el PSOE en los últimos 30 años (Felipe González, Alfonso Guerra o Manuel Chaves son algunos de los personajes claves de esta formación desde la llegada de la democracia). El PSOE se juega mucho más que un descalabro electoral: un símbolo de lo que ha significado el poder socialista en España.
(El País)
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