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Me va a costar un disgusto, pero lo digo: Duran tiene razón

Federico Quevedo
Periodista

Y en el fondo es lo que pensamos todos, pero por aquello de la ‘corrección política’ no nos atrevemos a decirlo. Es verdad que probablemente el actual portavoz de CiU en el Congreso podía haber buscado una manera menos gruesa de hacerlo, pero también lo es que Durán acostumbra a llamar a las cosas por su nombre.

Vayamos por partes antes de que, insensatamente, alguno empiece a ponerme a caldo. Básicamente lo que ha dicho Duran i Lleida es que en Andalucía hay mucha gente perdiendo el tiempo en los bares esperando a cobrar la peonada del PER a final de mes. Y es cierto. Por desgracia para los andaluces, la realidad es como la plasma el portavoz de CiU.

Es verdad que en su momento el PER fue una medida solidaria para ayudar a salir del pozo económico a mucha gente en una comunidad que registraba un atraso económico-social muy considerable respecto del resto del país. Pero décadas después hay que reconocer que el PER ha dejado de ser aquella ayuda inicial con la que fue concebido de manera coyuntural para convertirse en un mecanismo clientelar de compra de votos. El PSOE, que ha gobernado Andalucía durante más de treinta años a modo de régimen, lejos de contribuir al progreso económico de la región, ha optado por mantener esa situación de retraso respecto del resto de España y así tener a sus conciudadanos cogidos por los peres y obligados a votar al partido que, supuestamente, les da de comer.

Ayer decía Duran, justificando su intervención del lunes, que él no pretendía hablar mal de los andaluces, sino de los gobiernos socialistas que han llevado a Andalucía a esta situación, y añadía que una sociedad subvencionada es una sociedad condenada al fracaso y al subdesarrollo. Así es, no le falta nada de razón. Esa imagen de muchos pueblos andaluces en las que los bares están llenos de gente que sin el PER estaría obligada a buscar trabajo, es una imagen real como la vida misma y es, sin duda alguna, el cáncer de una comunidad que, de otro modo y gracias sus riquezas naturales y a una gente capaz y emprendedora, hoy podría ser una de las regiones más ricas, ya no de España, sino del mundo.

Esa imagen de muchos pueblos andaluces en las que los bares están llenos de gente que sin el PER estaría obligada a buscar trabajo, es una imagen real como la vida misma y es, sin duda alguna, el cáncer de una comunidad. Pero el PSOE se empeñó en evitar ese despegue, seguramente porque al hacerlo se garantizaba el voto de los andaluces de por vida. Ahora, sin embargo, su ‘supervivencia’ política en aquella región se está viendo cuestionada por una crisis económica que, precisamente por todo lo dicho, se está cebando de manera inmisericorde sobre la sociedad andaluza, y es más que probable que eso le pase al Partido Socialista una factura de las gordas en las próximas elecciones generales, primero, y autonómicas, después.

Un nacionalismo victimista en exceso

Bien, pero he dicho que íbamos por partes, porque si es cierto que por todo lo expuesto comparto esa reflexión de Duran i Lleida, también lo es que hay razones para sacarle los colores… Sus críticos, y sobre todos los socialistas andaluces en especial Alfonso Guerra, han ido al ataque personal resaltando el hecho, conocido desde tiempo inmemoriales, de que Durán tiene habitación permanente en el Hotel Palace… Es criticable, pero no es esa la razón de fondo por la que se puede disentir de Durán.

En el argumento del líder nacionalista hay, al menos, dos renuncias: la primera, que no deja de ser sorprendente que quien critica el subsidio y la subvención como fórmula para gobernar una sociedad, respalde sin embargo esa misma política del subsidio y la subvención cuando se trata de cuestiones identitarias… ¿Cuántas organizaciones, sociedades, escuelas, etcétera, dedicadas al fomento del catalán, se verían obligadas a cerrar si no fuera por la ‘generosidad’ del presupuesto público catalán?

Y segunda, existe una tradición victimista del nacionalismo que tiende a comparar esa supuesta ‘vaguería’ del andaluz con la, también supuesta, actitud emprendedora del catalán, y a quejarse de que es el segundo quien, a través de sus impuestos, financia el solaz y esparcimiento del primero. No es verdad, o al menos no del todo. En los últimos años Cataluña ha dejado de ser la región que más aporta al fondo de solidaridad interterritorial, superada por Madrid, e igualada por alguna que otra comunidad más, luego ese esfuerzo no pertenece solo a los ciudadanos catalanes, sino a todos los españoles.

Además, aceptamos en la Constitución que los desequilibrios interregionales se superarían con ese esfuerzo común, de ahí que el reproche a los gobierno socialistas esté bien apuntado, pero no es menos cierto que también Cataluña se ha visto beneficiada -y mucho- por los distintos gobierno centrales con acciones que la han permitido convertirse en una de las regiones más punteras de la Unión Europea.
(El Confidencial) 

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