Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista
Fotografía y Cine van de la mano, transitan por caminos paralelos que a veces se entrecruzan y dialogan para construir narrativas de la imagen. Cine y Fotografía configuran grandes atmósferas del mundo a través de imágenes, en el encuentro de luces y sombras. Todo ello hay que tenerlo en cuenta ante la contemplación de la exposición “Suspense” del joven fotógrafo Tim Parchikov (Moscú, Rusia, 1983), en la sede del Centro Andaluz de la Fotografía (CAF) en Almería.
La mirada del joven fotógrafo se introduce en una realidad observada, construida desde una visión cinematográfica, en el contraste de unas sombras que dominan cada instantánea, como si de un fotograma se tratara en cada imagen. De manera que, al final, el espectador pueda, con entera libertad, construir veladamente un proceso narrativo de historias personales, individuales o colectivas, entre la vida cotidiana o el tiempo detenido en el paisaje, entre la dimensión humana de los objetos, apoderándose de cada espacio solitario. Así, hasta configurar una sorprendente visión.
“Suspense”, que puede introducirse en las reglas del “Cine Negro”, es una exposición sorprendente, más allá de planteamientos estéticos, con la formalización del encuadre llevada a todos su extremos, por la hegemonía de lo social en sus imágenes y por las sugerencias, suficiente para establecer una particular propuesta cultural extraordinaria en el panorama almeriense, recomendable para cualquier tipo de debate del hecho cultural de nuestros días, a través de imágenes.
El espíritu viajero del fotógrafo recorre Venecia, principalmente, Roma, Nápoles, Colonia, Moscú, Tel Aviv, Bruselas, Amberes, Toscana, La Camarga , Saint Maries de la Mer. En cada momento hay un reflejo de la mirada del fotógrafo, escondido ante el objeto observado. La historia de la narrativa de estas imágenes se inicia con las sombras en una atmósfera de la incertidumbre. Entre la luz y la oscuridad, como plantea Yuri Avvakumov, ante la extraña penumbra, en el texto introductorio de la exposición: “Las fotografías de Tim Parchikov nos traen a la mente la luz de una pantalla de cine que atrae...” El espectador es capturado por la gran imagen y su enigma del fondo de la sala. Oscuridad y luz marcada por el reflejo en un muro de ladrillo al anochecer de Venecia. Inquietud.
El fotógrafo descubre su gran capacidad observadora, por un lado, en el detalle, en la configuración de una escena que en lo cotidiano puede pasar desapercibida y que él enaltece. Y por otro lado, en torno al color, por la capacidad de iniciar una metamorfosis no concluida, hacia el blanco y negro camuflado, una mirada que con toda seguridad enaltece la visión creativa. Hay un sentido de la contemplación de la lejanía, de introducirse en la niebla que emerge, en los escenarios que se desvelan en rincones insospechados. Y la gente que pasa, permanece, se detiene y siente cercana la presencia fotográfica para un final sin descubrir.
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