Profesor de la UAL
Leo el encontronazo que ha habido entre un periodista y el director del Instituto de Estudios Almerienses, y los coletazos del asunto. Lo leo, y me entristece que una institución dedicada a "propiciar y fomentar el desarrollo científico, cultural, social y económico de la provincia de Almería", según declaran sus propios Estatutos, se vea inmersa en discusiones de ciudadanos particulares. Las críticas de y al Director del IEA lo son por sus ideas personales, pero es la Institución la que aparece vinculada. ¿Como es posible esto? Probablemente, porque el perfil de los directores es político, no académico, y sus actuaciones y opiniones públicas no son consideradas académicas, sino políticas.
Conozco a varios de los directores que han sido, y con alguno he terminado más que insatisfecho a título personal de investigador, conque no hablo del actual, sino en general. Así que, hablando en general, afirmo que no me parece adecuado el intervencionismo, y menos en la difusión y promoción del saber.
Deberíamos reflexionar sobre cómo se articulan las relaciones de estudiosos y gestores. El campo de la difusión cultural está aquejado de un problema grave. Se tiene la falsa idea de que el dinero es público, ergo es la autoridad pública la que decide a qué se dedica el dinero nombrando a quien debe encargarse de gestionarlo. Así no se pueden hacer las cosas, y no por nada, sino porque se crea un sistema de funcionamiento que no es eficiente. Una institución compuesta por estudiosos de todo tipo sólo necesita un tipo de control: el de la correcta ejecución presupuestaria y cumplimiento de los fines establecidos en sus Estatutos.
Un gestor cultural público debe dedicarse a fondos que garanticen el trabajo de los estudiosos, no a elegir cuáles de las finalidades de un organismo le parecen más importantes. Se me antoja que ya ha pasado suficiente tiempo desde su creación como para que el IEA se convierta en un organismo autónomo, toda vez que el periodo de tutelaje para su puesta en marcha está más que superado. Dicho de otra manera y sin ambages: conviene que sean los miembros del Instituto quienes elijan libremente a la persona que los va a representar ante las instituciones y que libremente le pidan cuentas de su gestión.
No me gustan las tutelas científicas ni culturales, vengan de quien vengan, ni me gusta que un Instituto de Estudios Locales dependa de vaivenes políticos. Se confunden las cosas y las prioridades. Este tipo de centros debería representar la diversidad de intereses y reflejar los resultados de la curiosidad intelectual, y para eso deben tener un margen mayor de autonomía. Igual resulta que ha llegado el momento de cambiar los Estatutos del Instituto.
(Diario de Almería)
preocupate de la UAL que está en lo más bajo de la ratio académica de universidades. Anda que la UAL es el mejor ejemplo de universidad. lo firma una alumna, el IEA me da igual, pero vosotros, con un cuatrimestre de clases y el otro, deámbulando por el Campus.
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