Por la sostenibilidad en Almería

Francisco Gabriel Luque Ramírez

Estudiante de Ciencias Políticas

Pasear en bicicleta desde el barrio de El Zapillo hasta el Puerto de Almería se ha convertido en una aventura de riesgo. Para empezar no hay un carril específico para los ciclistas como debería existir, tomando ejemplo de la mayoría de las ciudades españolas que, haciendo gala de sus sentido común en pleno siglo XXI, han decidido hacer un favor a la naturaleza.

Luego, en la zona de Las Almadrabillas, hay más baches que una calle de Sarajevo en los años noventa. Y como te caigas ya sabes, corte en la mano por culpa de los cristales de las litronas. Al pasar por delante del Club de Mar hay colocados unos bloques de mármol y de hormigón a modo de barricada que más de uno ha sufrido ya en su rodilla, sobre todo si vas por la noche. Cuando pasas el Cable Inglés, lo que se supone que debía ser una zona bonita, pegada al mar, dedicada al romanticismo por ejemplo, se ha convertido en un vertedero del que salen ratas del tamaño de un gato persa. No dudaría que algún día una le robe la bici a alguien y se vaya pedaleando. La peste es insoportable debido a la porquería que se acumula al final de La Rambla, en su 'desembocadura'. Vaya recuerdo se llevarían las personas que vinieron con la Extreme Sailing Series. Y así llevamos varios años, sin darle una solución. Es mejor gastarse dinero en El Toyo, que es un barrio 'tercermundista' parece ser, porque es el que más centra la atención de nuestro señor alcalde, y eso que solamente viven cuatro gatos por ahora. Pero claro, estos felinos llevan corbata.

Señor Rodríguez Comendador, no sería mala idea que de una vez por todas entienda usted que Almería necesita y debe ser una ciudad acorde con el medioambiente. Colocar pascueros en Navidad no le convierte a usted en una persona implicada con la sostenibilidad. Aparque un poco el ladrillo y piense en el verde. Y no me refiero a la cerveza.