Alaya, Zoido y los socialistas

Pepe Fernández
Periodista

A tan solo tres días de que los ciudadanos acudamos a las urnas, la juez encargada de la instrucción del “Caso ERE” ha convocado en su juzgado a los imputados, una vez oídos en declaración, para tomar determinadas decisiones procesales. Esta convocatoria de la juez, perfectamente ajustada a derecho, está siendo analizada con lupa desde el PSOE-A en clave política de agresión y así ha sido como destacados dirigentes socialistas se han lanzado a degüello contra la activa magistrada Mercedes Alaya.

Convendrá destacar que esta juez está investigando en las zonas más oscuras y sensibles del gobierno de la Junta, exactamente en los lugares donde se ha manejado el dinero de las subvenciones públicas durante décadas. Y si se tiene en cuenta que el socialismo ha sido reiteradamente acusado de mantener una red clientelar andaluza con dinero público, podemos estar ante el más grande proceso judicial y político que hayan conocido los tiempos del parlamentarismo andaluz. “Pánico y miedo”, ha definido Arenas el estado anímico de los socialistas frente a la Justicia en estos dias.

Treinta y tantos imputados conforman el rosario de personajes y personajillos que han manejado en estos años unos fondos públicos destinados, entre otras cosas, a la generación o mantenimiento del empleo en Andalucía. Llegar a 2011 con 1.200.000 paisanos apuntados a las listas del SAE revelan que algo ha fallado gravemente en el sistema y que, por tanto, procede llegar hasta el fondo para pedir responsabilidades a quien las haya tenido en este millonario saqueo de medios públicos para el empleo.

La juez Alaya, a la vista de sus actuaciones jurídicas conocidas, es una señora resuelta y sin pelos en el contenidos de sus autos. Algunos con razonamientos más políticos que jurídicos, cierto, quizás por eso los entienden todos. En su último Auto puede leerse que "resulta incuestionable que deben adoptarse medidas cautelares de naturaleza pecuniaria respecto de los imputados que ya han prestado declaración judicial y que han conocido con detalle los hechos concretos que indiciariamente les incriminan, con independencia de que puedan surgir puntualmente hechos nuevos que a algunos obligue a realizar una nueva declaración judicial", todo ello dentro de una investigación en la que "sólo se ha podido tomar declaración a imputados que estarían situados en el último escalón de la pirámide".

Para muchos de sus detractores en el seno de la Justicia -que los tiene- su principal error es su poca consideración a la hora de fijar determinadas actuaciones coincidiendo con citas electorales. Dicen que le ha faltado tacto para alejarse de la melé electoral. Y hay quien piensa que ningún juez, a día de hoy, puede obsesionares procesalmente con un sumario, por muy importantes que sean los delitos a dilucidar. Y Alaya parece muy posesa del sumario y, lo que es peor, parece que en exceso obsesionada con determinados personajes por ella imputados en la extensa trama. La Justicia, por lo que se ve, es tan mala cuando lenta que cuando toma velocidad de vértigo como en este caso.

El largo calendario electoral de los andaluces, con tres procesos en un año, ciertamente no deja margen para muchas veleidades de la instructora, tal y como la acusan algunos.

Desde que comenzó el “Caso Mercasevilla”, que dio pie al “Caso ERES”, la Sra. Alaya ha conseguido poner patas arriba al PSOE y sus estructuras de poder interno, primero en Sevilla y posteriormente a nivel regional. El asunto que comenzó con “cuatro golfos” va camino de llevarse por delante a exmiembros del gobierno andaluz y un plantel extenso de altos cargos, todos del partido.

La salida en tromba de Alfonso Guerra y Manuel Chaves contra la jueza, por segunda vez en pocos días, demuestra que empieza a hacer más pupa de la cuenta la actuación de esta instructora. Lo mismo hicieron los del PP con Garzón a cuenta del Caso Gürtel. De ahí la virulencia de ataques que se sustentan en una sola idea: Alaya es amiga de los populares, más concretamente de Zoido, a quien le debe un gran favor... acaba de revelar públicamente Guerra.

Nada más y nada menos que eso, lanzado por una de las lenguas más viperinas de la política española, ha puesto a la instructora a los pies de los caballos y en demanda de amparo. Sin quererlo, la han reforzado. El CGPJ ha salido en defensa de la juez, de la misma forma que la Audiencia está resolviendo asuntos peliagudos en favor de las tesis de Alaya. De momento nadie ha tumbado jurídicamente ninguna de sus decisiones, en un ajetreado sumario donde, para colmo, tomó la decisión de echar a los inspectores del CNP y fichar a la Guardia Civil para que siguieran investigando en un clima, dicen, de mayor confianza. Pero nadie ha cuestionado en instancias superiores su llamativo y retransmitido trabajo en el lodazal de la corrupción.

Tan solo la lengua de Alfonso Guerra ha salido insinuando -que no aportando datos o pruebas- que la juez está agradeciendo algo a Zoido y al PP. Hace unos días, conocedor de la maledicencia circulante, le pregunté directamente al propio Juan Ignacio Zoido por el asunto, tras tomar café.

-Oye, Juan Ignacio, ¿es cierto que archivaste un expediente a la Juez Alaya, siendo tú Decano de los jueces de Sevilla?

-Para nada, Pepe, completamente falso...

Lo cierto es que, con el paso de la campaña y la convocatoria jurídico/electoral del día 17 en el juzgado, el chisme se ha convertido en chascarrillo y ahora en leyenda urbana. Y se ha puesto a circular por la ciudad de forma tan diabólica que seguramente restará sosiego a la instrucción de unos asuntos y unas responsabilidades penales que merecen ser investigadas con rectitud y prudencia. Mucha prudencia si verdaderamente se trata de hacer Justicia y recuperar el dinero de todos.

Sinceramente, no creo que las andanadas de la cúpula socialista deban quitarle el sueño a la magistrada Alaya.

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