D. Cela/M. Uceta
Periodistas
Tras el 20-N, el listón de los socialistas en España ha quedado tan, tan bajo, que las expectativas del PSOE andaluz se han visto sorprendentemente iluminadas por el oscuro pozo en el que se ha metido el socialismo español. El secretario regional del partido y presidente de la Junta, José Antonio Griñán, cree contar con una "base sólida" de votos en la región (1,6 millones) para afrontar las autonómicas de marzo. El PSOE ha perdido en España más de cuatro millones de electores, en Andalucía sólo 750.000.
La lectura del 20-N que ayer ofreció Griñán, tras reunirse con la ejecutiva del partido, se sintetiza en estos ejemplos: "La provincia andaluza que menos votos ha cosechado para los socialistas, Almería, tiene más apoyos que la media nacional y que otras 31 provincias", dijo. "Las tres provincias con más votos socialistas en España son andaluzas", insistió. Incluso corrigió, casi ofendido, a una periodista que comparó los datos del PSOE en Sevilla con los de Barcelona (únicas circunscripciones donde superan al PP). "Perdón, no es lo mismo. Barcelona tiene un 20% de votos y en Sevilla tenemos un 43%, el doble", matizó, para después rematar: "Andalucía se ha convertido en la pieza clave para todo el PSOE".
Con todo, no se le escapa a Griñán que "los andaluces han decidido que el PP gobierne en España". Andalucía ha amortiguado la debacle electoral, porque la debacle ha sido muy grande. El PSOE andaluz ha perdido votos y escaños en todas las provincias y en todas las capitales. En Sevilla, donde ha ganado, pierde 200.000 votos. Aún así resiste la comparación con otras comunidades y, lo que es más importante, la distancia que le separa del PP de Javier Arenas es de menos de nueve puntos, cuando todas las encuestas previas al 20-N hablaban de 14 y 15 puntos. Los sondeos han acertado en Madrid, pero se equivocaron en Andalucía. El margen de 7,2 puntos que lograron los populares hace cinco meses, en las municipales, ha cedido sólo dos puntos en las generales. "No es una distancia inasumible. No apuesten por el PP en las autonómicas porque no ganará", concluyó Griñán.
Efecto de la ley electoral. Resistiendo el golpe
En este mensaje hay mucho de revulsivo hacia adentro. Pero también es cierto que la ley electoral ha tenido un efecto devastador en el resultado de los socialistas. En España el PP sólo ha ganado medio millón de votos más respecto a las elecciones de 2008. Ha sumado un 5% de votos nuevos que, sin embargo, se han traducido en un 20% más de diputados. Es la perversión de la ley d´Hondt de la que se quejan los minoritarios: el que más tiene, más restos de votos se queda y más le cunde. Los socialistas han perdido el 38% de votos y un 34% de escaños. "El PP tiene el mismo porcentaje que logró el PSOE en 2008, pero para ellos es mayoría absoluta, y para nosotros en simple", se quejó Griñán.
Aun así la distancia entre PSOE y PP ha sido menor en Andalucía (9 puntos) que en España (16). La cuestión ahora es descubrir dónde se han marchado los 750.000 votos que ha perdido el PSOE andaluz, y saber cómo recuperarlos en cuatro meses. "Es difícil reconocer la identidad del voto del castigo al PSOE, porque nunca se había dado un desplome a este nivel. Sería simplista decir que los electores que han perdido los socialistas han ido a parar a los que han crecido", dice el profesor Manuel Pérez Yruela, exdirector del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA). El expresidente del Parlamento y profesor de Ciencias Políticas, Javier Torres Vela, señala que no cree en el voto de castigo, sino en la responsabilidad de gobierno, y augura que "la pérdida de confianza en el PSOE es gestionable".
Cambios en la papeleta.Trasvase de votos
El voto perdido de los socialistas parece estar disperso en otros grupos, pero incluso el PP cree que la mayor parte fue a la abstención. Mientras el PSOE-A perdía apoyos, el PP ganaba 260.000, IU 177.000 más, UPyD otros 165.000 y la abstención se ha quedado con 186.000 votos.
Interpretar el trasvase de una formación a otra es clave en la estrategia de partidos para las autonómicas. ¿Tengo que centrarme más en una provincia o en otra? Para el PSOE, la acción política en Málaga (donde pierden 132.000 votos) o en Almería es prioritaria. Para el PP lo seguiría siendo Sevilla, Jaén, pero fundamentalmente los pueblos rurales, que aún concentran la fidelidad incondicional de los socialistas.
O quizá, ¿tengo que recuperar votos por la izquierda o por la derecha? El verano pasado el estudio del Egopa diseccionaba al electorado andaluz en tres grandes bloques: el 40% de izquierdas, el 35% de centro y el 25% de derechas. La conclusión: PP y PSOE no compiten por el mismo electorado, sino por el centro. La directora del Cadpea, Carmen Ortega, piensa que esa es una de las claves de la victoria popular. "Los desencantados con el PSOE en Andalucía no votan al PP. Su ascenso se debe más bien a los nuevos electores. Hay un 45% de paro juvenil. La mitad de los jóvenes que estrena edad de votar no acude a las urnas en protesta, pero esta vez votaron al PP", dice.
Los populares no se lo creen. Por de pronto, una de las premisas de Arenas, que ha repetido durante toda la campaña, es que el combate político ya no es una disputa entre ideologías de izquierdas y de derechas. "Ahora lo que prima es el sentido común y la capacidad de un partido para gestionar", repite. El secretario general del PP-A, Antonio Sanz, definió ayer a su agrupación como "un partido fronterizo del PSOE", lo cual ha facilitado y "facilitará el trasvase de votos del PSOE al PP" en las autonómicas.
La participación. El hastío electoral.
Griñán señaló ayer que haber separado las elecciones generales de las andaluzas fue "una decisión acertada", a tenor del resultado. Pero ahora dispone de cuatro meses para remontar, y tiene por delante algunos riesgos. Uno de ellos, dicen los expertos, viene precisamente de haber separado los comicios. "La participación el 20-N (71,6% en España, 70,6% en Andalucía) ha sido relativamente baja para tratarse de un proceso de alternancia", dice Ortega. En 1982, con la entrada de Felipe González, la participación fue del 79,9%; en 1996, cuando José María Aznar desbanca a González, del 77,3%, y en 2004, cuando José Luis Rodríguez Zapatero ganó a Rajoy, del 75,66%. "Las elecciones generales son procesos más participativos, Andalucía se ha beneficiado de eso hasta ahora. El PSOE-A se la jugará con la movilización en las primeras autonómicas separadas [desde 1990], además son las terceras elecciones en menos de un año", afirma Ortega.
Cuatro meses de campaña. Riesgos hasta marzo.
Los analistas sostienen que "la remontada del PSOE es posible", y que el único riesgo del PP serán "los recortes que descubra Rajoy hasta marzo". Pero avisan que este debate ya sólo tendrá dos conclusiones: "O mayoría absoluta del PP-A o mayoría relativa". La extrapolación de las generales a las autonómicas darían vencedor al PP con 58 escaños de los 109 que tiene el Parlamento-la mayoría absoluta está en 55-. El PSOE caería desde a los 43 diputados, IU mantendría seis y UPyD entraría en la Cámara autonómica con dos diputados.El ascenso de UPyD en Andalucía ha sido una de las sorpresas del 20-N. Su candidato a la Junta, Martín de la Herrán, es poco conocido, pero el tirón de Rosa Díez y una arrolladora campaña basada en no identificarse ni con el PSOE ni con el PP le han dado más de 200.000 votos, casi un 5% de electores. Si se mimetiza este resultado en marzo, entraría en el Parlamento por las dos grandes circunscripciones (Sevilla y Málaga). "Si al final el resultado es ajustado, la entrada de UPyD podría distorsionar la realidad política andaluza", dice Ortega.
La IU de Diego Valderas ya ha avanzado que no dejará gobernar al PP con mayoría simple, como ha ocurrido en Extremadura. Tradicionalmente IU siempre ha recabado más votos en las autonómicas que en las generales, mientras que para el PSOE y el PP funcionó a la inversa. Esa fue la tendencia en 2000, 2004 y 2008. Sin embargo, los expertos creen que puede haber sorpresas si los que votaron al PSOE en las generales "no apoyan a los socialistas que llevan 30 años gobernando en Andalucía". Esto suele ser una minoría de entre un 5 y un 10% que nunca ha sido determinante, pero ahora el margen de victoria es tan estrecho que la pérdida de esos apoyos podría ser fundamental.
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