Escritor. Simpatizante de Equo
Dirigida hacia una sociedad justa, sostenible, democrática y solidaria, la cultura es el elemento fundamental que posibilita el avance personal y el progreso social. Se hace urgente la necesidad de que cada persona aprendamos a respetar nuestra propia soberanía, es decir, a tener la capacidad de organizarnos de tal modo con las demás personas que cuando necesitemos una casa no tengamos que hipotecarnos para toda la vida; que cuando trabajemos no tengamos que someternos a una esclavitud; que cuando dispongamos de tiempo libre lo utilicemos para seguir formándonos como personas responsables y creativas.
Para ello necesitamos disponer de las herramientas adecuadas que nos permitan ser conscientes de las diferentes opciones que disponemos para organizarnos socialmente y que lo hagamos desde un sentido crítico. Esa es nuestra cultura ante la vida. Llegar a esa posibilidad de poder decidir en las cuestiones más transcendentales de nuestra vida, significa que necesitamos formarnos en diferentes actitudes, todas imprescindibles, que en su totalidad nos van a definir como seres individuales y sociales.
Hemos de educarnos en salud, procurando unos hábitos físicos saludables, tanto en la alimentación como en el autocontrol para evitar consumir sustancias que envenenen nuestro cuerpo. Igualmente nos resulta necesario pacificarnos, desarrollar una forma de vida agradable y mantener nuestros procesos psicológicos libres de las presiones de los grupos de poder.
Hemos de educarnos en solidaridad. Contamos con la posibilidad de potenciar una sociedad civil creativa y comprometida con la libertad individual y la justicia social. Hemos de educarnos en consumo para garantizar la pervivencia de una sociedad basada en un sistema económico justo y sostenible. Y porque no se sostiene el derroche de dinero y recursos a cambio del lujo desmedido. Hemos de educarnos en política. Participar en la dirección de la sociedad es un derecho fundamental y desligarnos de él una irresponsabilidad personal que se paga a un precio excesivo: Que otras personas tomen las decisiones que nos negamos a tomar.
Para acceder a esta educación integral hay una base fundamental que puede ser el origen del desarrollo y evolución individual en cada persona: La educación académica, la educación que recibimos desde la niñez hasta la universidad, que ha de ser pública, de calidad, y ha de estar basada en fomentar la creatividad personal y la cooperación.
Mientras que el sistema educativo distinga entre personas bien formadas, bien educadas, y otras sin la educación necesaria, coexistirán, como desde hace siglos, una cultura de base, propia de los estratos sociales definidos por una baja educación y el difícil acceso a los medios de producción, y otra cultura de clase, aliada al poder político y generadora de élites como elemento diferenciador.
Una cultura pública universal adecuada al desarrollo de las personas, y no al sometimiento de los mercados, puede generar un cambio social, tal como define EQUO en su programa electoral: Hablamos de otro modelo de sociedad, industrial, de consumo… de un cambio social y cultural.
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