Las alarmas activadas frente al racismo

Antonio Torres Flores
Director de RTVA en Almería

El racismo se sigue estudiando desde el punto de vista antropológico, social y de Derecho, no desde un fenómeno de masas como el fútbol. La tesis Racismo y Fútbol, defendida por el periodista Salvador Rodríguez Moya, Salva Moya  (Madrid, 1970),  en la Universidad de Almería (Ual), abre una línea de investigación que se convierte desde estos momentos en una herramienta de consulta para futuros investigadores. Por encima de todo, tiene una gran vigencia. Este aspecto se puede observar en el racismo cibernético. El profesor José María Perceval, miembro del tribunal, la calificó de tesis implicada y apabullante en datos. Para el decano de Humanidades, Manuel López Muñoz,  es un trabajo torrencial que se ajusta al futuro de Facultad de Comunicación, Arte y Nuevas Tecnologías de la Ual.

Moya realiza una interesante aportación científica sobre la evolución de las leyes españoles y pone especial énfasis en la Ley Bosman (1995) que liberaliza el fútbol profesional. España comenzó en tomarse en serio el racismo cuando el gobierno Zapatero aprobó la Ley 19/2007. El detonante llegó en 2006 con aquella estúpida moda de proferir gritos racistas con los jugadores negros en diferentes estadios. La gota que colmó el vaso fue el amago de Samuel Etoo, auténtico golpe de dignidad,  de abandonar el partido en un Zaragoza-Barça.

El racismo se ha erradicado mucho. Todos los expertos señalan que se tiene que seguir trabajando desde el ámbito educativo.  Existe una amplia diversidad sociocultural y la convivencia es modélica en España. Lejos quedan hechos tan recientes o cuando en un España-Inglaterra (2004) se practicó el racismo más primitivo, el más tonto,  contra los jugadores de color ingleses, tras las formas de arengar de Luis Aragonés a Reyes. De ahí, el empeño de Salva Moya en articular su trabajo doctoral. El holandés Guus Hiddink logró  en los instantes previos al partido Valencia-Albacete (1992) la retirada de una pancarta con simbología nazi, una de las muchas que logran colarse en los diferentes estadios.

La investigación se aproxima al racismo en el fútbol profesional desde un planteamiento multidisciplinar. Desde el punto de visto histórico el primer gesto racista lo sufrió el mítico futbolista del Atlético de Madrid, Ben Barek (1917-1992), tras visitar el campo del Sevilla en 1951. No hay que confundir con el marroquí Ben Barek que llegó a Andalucía en 1958, con 17 años,  para jugar en el Granada, Málaga y entrenar al Almería. Este futbolista, se convirtió en el  primer “sin papeles”, según su propia confesión. El Barça fue el primero en contar con Baptista da Silva, el primer negro extranjero que debuta en competición liguera, en  1947.

Reino Unido es el referente en medidas preventivas para intentar erradicar el racismo, desde los años sesenta. El inglés Arthur Warton, el primer futbolista profesional negro de la historia, jugó en el Rotterdam United en 1889.  En Francia la normativa es más severa en el capítulo sancionador. Por ejemplo, al Bastia se le han restado tres puntos porque en su estadio se emitieron cánticos racistas contra varios jugadores negros. Eso no ha ocurrido aquí. Las autoridades deportivas incrementaron su prestigio tras el éxito del Mundial de Sudafrica que ganó España y sin que se produjesen incidentes. Fue un guiño que todo el planeta percibió.

El periodista está dotado de escepticismo para mirar la realidad y de criterio para discernir entre lo esencial y lo accesorio. Salva Moya escapa diariamente del sensacionalismo y promueve la función educativa. Es de esos periodistas que evita el lenguaje de tópicos. Desde que se implicó en la tesis realiza una lucha pedagógica,  y muy cuidado con expresiones que tienen perfiles de guerra: obús, fortín, fusilar. Demasiado léxico con connotaciones violentas.

Tribunal
El tribunal concedió la máxima puntuación, calificación sobresaliente cum laude. Lo presidió el catedrático de la Universidad de Málaga Juan Antonio García Galindo, decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Los vocales corresponden al descendiente de Jesús de Perceval, el gran creador del Indalo, el signo de identidad almeriense,  José María Perceval Verde, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona; el decano de Humanidades de la Universidad de Almería, Manuel López Muñoz; el profesor Antonio Miguel Bañón Hernández, profesor de la Universidad de Almería y autor de decenas de libros y trabajos sobre cuestiones de lenguaje y racismo, y Carmen Gaona Pisonero, de la Universidad Rey Juan Carlos, quien se refirió a la tarea de rastrear la psicología social e interdisciplinar en el que cabe el papel de las mujeres en el ámbito deportivo. La tesis está codirigida por los doctores Rafael Quirosa Cherouze y Muñoz, Juan Franscico Torregrosa Carmona y Antonio Torres Flores. Con anterioridad, para llegar al éxito científico, Moya tuvo que superar los correspondientes trabajos de investigación, tesina, con otro tribunal que presidió el catedrático de Lengua y Literatura de la Ual Luis Cortés.

Desde El Ejido
Salva Moya comparte su tarea profesional en el área de Deportes de Canal Sur en Almería con el curtido profesional Joaquín Amérigo. Moya reside en El Ejido, ciudad de convivencia de decenas de nacionalidades. Es hijo de alpujarreños que emigraron a Madrid para trabajar en la empresa Fensa. En el subconsciente del nuevo doctor de la Ual, poseedor de una libreta que echa chispas, es posible que tenga influencia el espectacular desarrollo del campo de invernaderos ejidense. Esa sociedad multirracial le ha llevado a profundizar en un asunto que requiere de prevención y la sanción ejemplar para los que pretendan romper la convivencia. Animado por sus directores de tesis,  se percató de que su trabajo es único, logrando saltar la valla de la investigación para que futuros estudiosos, deportistas y académicos puedan profundizar. Ha creado una herramienta útil que acabará en sendas publicaciones. Para combatir el racismo se requiere no relajarse desde la más interna infancia o desde la educación preescolar. Si no se toma conciencia, “entonces estamos perdidos”, subraya Moya. Obviamente  insultar a un ser humano, negro, blanco o a un musulmán o a cualquier inmigrante  no debe salir gratis.

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