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Melancolía otoñal

Rafael Leopoldo Aguilera
Director del IEA
 
En estos días otoñales y lluviosos, de un cielo oscuro que reflejado en la mar nos hace sentir tintes de melancolía intelectual, quizás por eso me atrevo a realizar unas líneas de reflexión, sin acritud ni hostilidad, siendo como mandan los cánones "políticamente correcto" sin que haya confusiones en las palabras. Realizo mis escritos en horario no laboral, en lo que llamamos los laboralistas ocio productivo. Notas manuscritas a lo largo de la semana, semana dura de tribulaciones económicas y espirituales, de grandes connotaciones electorales y de preocupantes convulsiones en la Europa greco-latina, a la vista de los acertados y oportunos artículos leídos en el ocaso del día, para aliviar el sin sentido común de tanta acritud y hostilidad como está ocurriendo.
 
Reflexiono en voz alta, por supuesto, sin elucubraciones, sin estridencias e intentando ser "políticamente correcto", para que no sea tachado, mejor dicho machacado ignominiosamente de "inculto" y, menos aún, sujeto a la sentencia de "fusilado" o "excomulgado".
 
Noviembre, tras la fiesta de Todos los Santos y los difuntos, que en gloria estén, perdón, fiesta de "Halloween", esperamos ansiosos el mes de diciembre, con el gran puente o acueducto de la Inmaculada Concepción y la Constitución española, fiestas éstas y otras, que nos las quieren suprimir, para llegar rebosantes de alegría y gozo a la fiesta de Navidad, perdón, "invierno", y vivir unos días de intensidad emocional y nostálgica del reencuentro de las familias en nuestras ciudades y municipios, perdón, "individuos" en entornos "cívico-sociales".
 
Seguimos caminando, avanzando, con esperanza de seguir buscando el "estatus communis vital" o el "estatus perfectionis", para suavizar, endulzar o atenuar, el peso de la trabajadera de la cruz o de las cruces que nos imponen muchos, día tras día. No me refiero a determinadas cruces, no a las que van sobre el pecho por ser condecoraciones descritas en los diarios oficiales, sino a esas que van sobre el "talludito omóplato". Muchos no tenemos Verónica que nos limpie el rostro para mitigar el cansancio psicológico, ni Cirineo que nos coadyuve en descargar la pesadez física de las injurias, las calumnias y las ofensas en la peregrinación del alma, bueno perdón "el corazón", que eso si es algo material, notorio y fehaciente, y así, no contraponemos razón y fe. Conciencia y reflexión humanística, conceptos que van más allá de meros términos literarios y filosóficos de unos días grises con olor a castañas, boniatos y setas, que siempre están presentes en rescoldo de las tibiezas de la cerebelo, y el análisis, descripción y valoración de todo aquello que forma parte de la sociabilidad y la socialización de las personas. Y me vienen a la cabeza la necesidad de muchos cambios.

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