José Rivera Menéndez
Miembro de EQUO Almería
Recientemente se ha publicado el informe de 2011 sobre el Desarrollo Humano. En ese informe se apuesta claramente por la equidad y la sostenibilidad que deben de ir indisolublemente juntas como las dos caras de una moneda: “Más allá de los objetivos del milenio, el mundo necesita un marco de desarrollo que reflejé la equidad y la sostenibilidad”. El informe se refiere a la situación del mundo y en contados casos se dedica a tratar aspectos particulares de países.
En el plano internacional hay una buena noticia. La pobreza en el mundo está disminuyendo, pero esta magnifica noticia se ve acompañada de otras no tan buenas o malas. En primer lugar, esta disminución de la pobreza se ve acompañada por una aumento en el impacto ecológico de la humanidad, por ejemplo, continúan aumentando las emisiones de gases con efecto invernadero. En segundo, la pobreza disminuye, pero a un ritmo más lento de lo que sería de desear y no en todos los casos supone una disminución de la desigualdad, en el sentido de que los pobres son un poco menos pobres, pero los ricos son mucho más ricos, por lo que se produce el paradójico efecto de que si bien disminuye la pobreza, al mismo tiempo aumenta la desigualdad.
Con los modelos sociales y económicos dominantes en la actualidad es muy difícil que esta situación cambie, por lo que en los próximos tiempos podemos asistir a una degradación constante del medio ambiente y un incremento de la desigualdad, tanto a niveles internacionales como nacionales.
Si bien la situación actual es bastante injusta, en el sentido de que un occidental es responsable de un impacto ambiental mucho mayor que un habitante de los países menos desarrollados, como se recoge en el informe un ingles produce en dos meses la misma cantidad de gases de efecto invernadero que un habitante de un país menos desarrollado, argumento que se utiliza por algunos países como China, o se utilizo en otros como el nuestro para justificar el incremento en las emisiones de estos gases, también lo es que los que padecen en mayor medida los efectos del cambio climático o de la degradación ambiental global son los países menos desarrollados. Por lo tanto de lo que se trataría es de que los países más desarrollados tomen medidas eficaces para reducir su impacto y que los países menos desarrollados, aprendan de los errores de los demás y busquen formas de mejorar el nivel de vida de sus poblaciones de manera que no se continúe aumentando el impacto ambiental de la humanidad, para lo cual la tecnología actual ofrece muchas soluciones.
Los países con menor desarrollo necesitan energía, pero esa energía no tiene por que ser de fuentes tradicionales de elevado impacto, como las que se basan en el consumo de combustibles fósiles, sino que pueden ser renovables, en este sentido la solar y la eólica, que además pueden ser usadas a pequeña escala pueden ser la solución. El tema de la energía es fundamental, porque de el depende la solución a otros importantes problemas, como los de abastecimiento y la depuración del agua.
Pero a los problemas ambientales hay que añadir los problemas que suponen los elevados niveles de desigualdad entre los países y dentro de estos. Hay una correlación entre falta de desarrollo humano, desigualdad y falta de democracia, a la que se podría añadir el de la degradación ambiental. Es decir los países pobres hay mayores índices de desigualdad, menos maneras de que la población haga oír sus voz ante sus gobernantes, y la calidad de vida presenta muchas carencias.
Estos problemas, sostenibilidad, equidad y democracia, van indisolublemente unidos y no se pueden solucionar de manera aislada, hay que incidir sobre los tres para que se produzca una auténtica mejoría en la calidad de vida de la humanidad y para que ésta tenga futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario