Miguel Cárceles
José María Granados
Periodistas
Desde hace casi cinco siglos, centenares de miles de almerienses ingresaban entre las dos columnas jónicas que aún a día de hoy forman parte del paisaje de la ciudad antigua. De hecho, es la única parte que aún luce del diseño inicial, después de que innumerables remodelaciones adaptaran el centro a las necesidades de cada siglo. Y hasta hace pocas semanas, por su puerta entraban enfermos, médicos, sanitarios, acompañantes... e incluso curiosos que se colaban para admirar dos de los claustros más interesantes y artísticamente atractivos de la arquitectura almeriense.
Hoy, de su puerta principal, en la calle Hospital a la que el propio edificio da nombre, pende una enorme cadena que incluso atraviesa los pórticos de madera. Todos los transeúntes se quedan ahora unos pocos metros más hacia oriente, en el recién inaugurado Centro Hospitalario de Alta Resolución al que, además, la Administración ha rebautizado como Nicolás Salmerón, obviando a su vez que a pesar de los siglos el hospital del centro siempre ha sido el 'Provincial de Santa María Magdalena'.
Con un nuevo centro sanitario en la esquina, el edificio histórico, una maravilla labrada durante cinco siglos, está cerrada. Apenas unas salas del antiguo Hospicio, en la parte que da al paseo de San Luis, permanece abierta a diario. Son las oficinas del Centro Provincial de Drogodependencias. El resto del edificio es un fantasmagórico vacío. ¿Y ahora, qué?
Ahora, la nada. Al menos de momento, la Diputación de Almería, propietaria del edificio -que tenía cedido a la Junta para uso sanitario en virtud de un convenio interadministrativo- no ha decidido cuál será su utilidad futura. «El Gobierno está estudiando diferentes posibilidades. Pero aún no hay nada cerrado», admiten fuentes oficiales de la Administración provincial.
Los populares de Gabriel Amat, actual presidente de la Diputación, llevan apenas medio año al frente de la institución. Y se han encontrado con una situación sobrevenida. Especialmente porque los anteriores responsables, que estuvieron al frente de la Corporación provincial durante cuatro años, a pesar de saber que los servicios sanitarios iban a irse tarde o temprano, no previeron qué pasaría entonces.
Más previsoras fueron otras anteriores, como la de Tomás Azorín (PSOE), que empeñadas en mantener un uso alternativo del edificio, dieron el paso y encargaron una rehabilitación que le lavara la cara. Una de las primeras actuaciones fue trasladar el antiguo asilo a las entonces modernísimas instalaciones de la Residencia Asistida. Además, se dio pie a la restauración de una parte del inmueble, el antiguo Hospicio, destinándose un ala a servicios propios de la Diputación después de una Escuela Taller.
Antes de que el candado impidiera que se vuelvan a cruzar los pilares jónicos, ya el edificio daba muestras de que necesitaba un arreglo urgente. El patio de luces principal estaba vallado para prevenir accidentes por desprendimiento de la techumbre. Y algunas salas, reconocía el propio personal sanitario que las habitaba todos los días, no estaban en condiciones de uso, «para caerse», ahondaban. Quizá quede encomendarse a los santos. En la zona norte de la manzana, el pequeño anejo que acoge la capilla del Hospital es el único ejemplo visible del noble edificio.
Muchos novios
Tanto por su situación como por su historia, los usos a los que se podría destinar -una vez hecho un importante trabajo de restauración que devuelva a la normalidad las bellas instalaciones- son muy variadas. Desde ser la sede de alguna institución o departamento administrativo, hasta, lo más demandado, un uso social y cultural. Los vecinos de la Asociación Casco Histórico han pedido ya el traslado del centro adscrito de la UNED en Almería a sus habitaciones. Pero a nadie se le olvida que desde hace años, incluso el propio Ayuntamiento -gobernado ahora por las mismas siglas que la Diputación- busca un elemento que sirva de revulsivo para revitalizar la ciudad antigua. Y el edificio del Hospital podría ser uno de los puntos de encuentro. Por ejemplo, para ubicar la biblioteca central de la capital, ese proyecto que el equipo de Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, alcalde, había prometido en las actuales oficinas de la Policía Local y que ya ha anunciado que no ubicará porque prefiere instalar la Gerencia de Urbanismo. Otro ejemplo podría ser la residencia universitaria que tantas veces se ha pedido en el centro como polo atractivo de gente joven y para la que el propio Consistorio avanzó en negociaciones con Defensa con la finalidad de que el Cuartel de la Misericordia pudiera ser su telón de fondo.
Pero quizá el más antiguo de todos, y no por ello el que antes se ha logrado, es el proyecto de ubicar en la Almería antigua, en la Almedina, un Parador Nacional. Por todos es sabido que la inmensísima mayoría de estos establecimientos turísticos de lujo se encuentran en edificios nobles, con historia, que aporten un plus a la estancia en una ciudad.
Sea lo que sea, la Diputación tendrá que tomar una decisión lo antes posible, ya que cada mes que pasa, la rehabilitación se encarece debido al deterioro que soporta un inmueble en el que prácticamente no se ha llevado a cabo ningún tipo de mantenimiento especial en las últimas dos décadas. Lo primero que hay que decidir no es tanto el uso como en qué momento los albañiles hacen su entrada y comienzan el trabajo que evite que se venga abajo.
Todo parece indicar que esa es la filosofía que pretende aplicar el equipo de Amat. Al menos existe preocupación por el asunto y se trata de buscar el dinero suficiente para apuntalar la idea de recuperar un edificio histórico, catalogado como Bien de Interés Cultural en 2007 y que aparte de la cuantía que pueda desembolsar su propietario, necesita que la Junta, como competente en patrimonio histórico, aporte su grano de arena para que una joya como esta, en pie cinco siglos, no termine hincando la rodilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario