Celso Ortiz
Profesor de la UAL
Echando cuentas de los resultados de las últimas elecciones en Andalucía y sin contar con los votos obtenidos por el partido de Rosa Díez, que no se sabe en qué dirección sopla el viento a su proyecto personal e intransferible, los votantes de la izquierda fragmentada (2.062.721) superan en número a los votantes de una derecha que aglutina desde gobernantes con tres divorcios a cuestas, hasta Monseñor Martínez Camino, pasando por otras modernuras in vitro (1.982.091), pero unidos como una piña por Dios y por la patria.
Así vistas las cosas, desde el día después del 20N hasta las elecciones andaluzas de marzo, aún sería posible impedir que gobernara la derecha en una comunidad donde la izquierda suma una mayoría de votos escrutados, a los que podrían añadirse algunos de los que se han quedado en casa por puro aburrimiento. Claro que para eso haría falta que el PSOE contara con cuadros que tuviesen una cabeza bien puesta y que la utilizaran para realizar ese esfuerzo titánico que pide Griñan para ganar las elecciones. Y hasta la fecha, no percibo yo impulsos socialistas en esa dirección. Por lo que se esta viendo en Almería, que es lo que tenemos más cerca, no parece que los cabecillas del PSOE estén por la labor de abandonar esas intrigas palaciegas que han ido incrustándose en el seno del partido, sobre todo en los últimos años, hasta convertirlo en un fin en sí mismo, del que se pueda sacar algún provecho personal. Y ahí andan, encerrados en su mundo particular tras los muros de cemento armado que les separan de la calle y de la vida, peleando por los restos del naufragio, si es que quedan restos que echarse a la mochila. Con unos cambios de posición y unos bandazos de un día para otro, que hay que permanecer atento a las noticias, si se quiere saber como están colocadas las piezas en el tablero.
En cuanto a IU, de momento no se les oye, pero es que este partido suele dar la sorpresa al final de la partida. Apenas se habían superado los efectos de la pinza, y les faltó tiempo para favorecer un gobierno del PP en Extremadura. Por eso, contando con que, a pesar de lo dicho, el PSOE se pusiera las pilas, cambiara de rumbo y, en consecuencia, obtuviera unos resultados medio buenos, la cosa estaría en manos de IU, que, hasta el día después, no se sabe a quién entregaría el poder recibido de unos ciudadanos de izquierdas de buena fe.
Lo cierto es que, siendo la población andaluza mayoritariamente de izquierdas, otro gallo cantaría si se contara con unos dirigentes que se olvidaran de sus rollos particulares y se pusieran a trabajar para que la derecha no traspase Despeñaperros. Pero así, no.
En cuanto a IU, de momento no se les oye, pero es que este partido suele dar la sorpresa al final de la partida. Apenas se habían superado los efectos de la pinza, y les faltó tiempo para favorecer un gobierno del PP en Extremadura. Por eso, contando con que, a pesar de lo dicho, el PSOE se pusiera las pilas, cambiara de rumbo y, en consecuencia, obtuviera unos resultados medio buenos, la cosa estaría en manos de IU, que, hasta el día después, no se sabe a quién entregaría el poder recibido de unos ciudadanos de izquierdas de buena fe.
Lo cierto es que, siendo la población andaluza mayoritariamente de izquierdas, otro gallo cantaría si se contara con unos dirigentes que se olvidaran de sus rollos particulares y se pusieran a trabajar para que la derecha no traspase Despeñaperros. Pero así, no.
(Diario de Almería)
De la misma forma que habla (se puede entender que despectivamente) del partido de Rosa Díez (del que parece que no ha tenido a bien informarse y, así, afirma sin mayor rubor, en una frase francamente mejorable, no sé qué del viento y de lo personal y de lo transferible) podría hacerlo del partido de Pérez Rubalcaba, del partido de Cayo Lara, del partido de Mariano Rajoy,... Por otro lado, en el primer párrafo de su desbarro (segunda acepción) aparecen sin ton ni son todos los tópicos que la fe (lo dice usted más abajo, no yo) de la izquierda atribuye a los partidos de derecha. Como si fuera un valor estar divorciado y estuviera reservado solo para gente de izquierda. Como si fuera Monseñor Martínez Camino un ejemplo terrible de algo (a no ser que hable desde el conocimiento personal de Monseñor). Y luego lo de Dios y patria. De traca. Mención aparte merece el chiste (supongo) íntimo de las modernuras in vitro que seguramente solo usted, y algún que otro lumbreras de similar calado, entiende. Por cierto, soy votante del PP, no estoy divorciado, no creo en ningún dios y sí sé qué es una patria y dónde está la mía. Y con panegíricos como éste solo se confirma lo que se sabe desde hace tiempo: los "beatos" de la izquierda se creen en poder de la verdad absoluta (fe), la que les llevará a la salvación eterna de las pobres criaturillas que no piensan como ellos y no comparten sus valores supremos y auténticamente verdaderos. Por los siglos de los siglos... aún estancados en el siglo XIX.
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