Aún es tiempo

Ignacio Ortega

Militante socialista

 

No hace falta ningún editorial para describir la situación que atraviesa la Ejecutiva Municipal del PSOE de Almería. Sus miembros están haciendo de derrotas parciales una derrota colectiva de todo el socialismo capitalino. Las ideas-fuerza que parecen alimentar la estabilidad de ésta se me antojan sacadas de las escenas de caza de una cueva. La situación es rudimentaria, tosca, con ideas fijas y obsesiones personales de supervivencia. Cada día es un rasguño más que deteriora la imagen del socialismo de la capital, lo que añade numantinismo -tan ibérico nuestro- pero no resta ferocidad.

 

Aquí lo grave de esta crisis son las sucesivas crisis que genera el chorreo mediático diario relatando una crónica de dimisiones diarias. Se lo tiene merecido el secretario general, por no hacer caso a los que saben. Sus silencios, que podrían haber tenido significado claro de legitimidad y transparencia, se trasladan a la sociedad en ariete de supervivencia. En política los gestos son tsunamis que arrastran y hay dirigentes que se empeñan en simplificar: unas veces por obediencia ciega, otras por halagar y otras porque su cultura política no alcanza más.

 

No se quiere aceptar que en el mapa geográfico socialista de la capital se ha abierto una enorme brecha desde mayo de 2010 impulsada por el 20-N. Ni se quieren aceptar compromisos serios -no palabras huecas, sin ideas- que implicaran apertura y diálogo con las bases del partido y la sociedad, capaces de sintonizar con la ciudadanía; no se pueden alargar más los tiempos políticos sin dar la cara a una reflexión que explique una necesaria renovación.

 

Es no sólo tiempo de cambio de caras nuevas lo que implica una nueva ejecutiva sino también de ideas y discurso. Esa es la respuesta que se espera. Que una ejecutiva dimita no significa negarle capacidad sino que su modelo actual está agotado porque las bases esperan algo más de la dirección de su partido. El futuro del PSOE local, en particular, ahora es más difícil que el presente porque el modelo se agota y el sistema, en general, precisa reformas. Sospecho que es lo que piensa el parado, lo que urgen los militantes, lo que esperan los jóvenes y los indignados lo expresan simplificando las aspiraciones de esta época. Así empezaron todos los cambios. Decía Marco Aurelio que "Lo que quieras hacer en esta vida, hazlo ya; no esperes a la otra".

 

Esta ejecutiva municipal debería asumir que la vida política de las personas se acaba, aunque deje un sabor amargo. Pero es necesario antes que dejar en la militancia aquél pose de frustración y descontento permanente. Creo que honraría a esta ejecutiva municipal si hiciera inválida la sensación que tienen muchos ciudadanos, aquella de que la vida de los políticos no se termina nunca, viviendo cada uno a su ritmo, en su eterno presente.