Emilio Ruiz
Ignacio Ruiz-Jarabo no es un funcionario cualquiera. Ningún funcionario es un funcionario cualquiera, pero él, menos. Inspector de Hacienda durante muchos años, ha ocupado cargos de tanta responsabilidad como las direcciones generales del Catastro y de la Agencia Tributaria. Ahora está en excedencia y es director de temas fiscales en Consulting Empresarial.
Ruiz-Jarabo ha escrito un libro, “Estado fiscal y democracia, la Agencia Tributaria en perspectiva” (Tirant lo Blanch, Valencia, 2011), que ha removido los cimientos de gremio. Le acusan de no guardar el sigilo y la discreción que es exigible a todo funcionario, pues hace uso de su labor como inspector para sacar a relucir los trapos sucios de un buen número de colegas, así como de personas conocidas, como Florentino Pérez, Sánchez Vicario, Ruiz Mateos, Jesús Gil y Lopera. Del dueño del Betis cuenta un episodio asombroso. Dice que se le presentó un día en su despacho con la proposición de hacerle acabar con el Sevilla: “Mira, Director, he pedido verte porque creo que en el momento actual se dan todas las condiciones para que entre tú y yo lo consigamos. Juntos podemos. Me consta que el Sevilla te debe mucho dinero. Se trata de que tú le aprietes al máximo, yo me encargo de mover a los jueces y a los medios, y, entre todos, acabamos de una vez con el Sevilla”.
Lo peor del libro es en el lugar en el que deja a sus excompañeros inspectores. Dentro del colectivo, dice, hay un grupo que denomina “los nuevos corsarios”, que “se aprovechan del poder que tienen para asfixiar al contribuyente”. Esos “corsarios” se mueven por motivos ideológicos, por envidia o resentimiento, por comodidad e incluso por interés personal. Explosivo libro, en definitiva.
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