Isabel Morillo
Periodista
“Estos son mis poderes”. La frase del cardenal Cisneros se venía ayer a la cabeza en boca del presidente del PP andaluz, Javier Arenas, que desplegó en el acto de la toma de posesión de la nueva delegada del Gobierno en Andalucía gran parte del poder que su partido acumula con muchos de los grandes alcaldes y con la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría, muy buscada y aclamada por los asistentes. Después de ganar en Andalucía las dos últimas elecciones, las municipales de mayo y las generales de noviembre, los populares tienen toda su artillería en las elecciones andaluzas que se prevén a finales de marzo y en las que, según todas las encuestas, podrían llegar a San Telmo después de 30 años de hegemonía socialista. Ayer muchos veían en la toma de posesión de Crespo el último escalón hasta llegar a esa meta y rebosaban alborozo.
En silencio quedó el presidente del Gobierno andaluz, José Antonio Griñán, que asistió mudo a tanto despliegue de poderío popular. La razón, según explicaron fuentes de la Junta, es que la ministra de la Presidencia acudió al acto como enviada del presidente Mariano Rajoy, lo que protocolariamente dicta que únicamente tomara la palabra ella. Así ocurrió también cuando el PP desembarcó en la delegación del Gobierno en la etapa Aznar, para enfado del entonces presidente Chaves. Griñán fue de los únicos socialistas, con Amparo Rubiales –la otra mujer que ha sido delegada–, el consejero de Gobernacion o el delegado saliente, Luis García Garrido. Arenas sí que habló y atendió a los periodistas. Pero la cosa más que de palabras ayer iba de gestos y la ostentación de poder del PP fue llamativa.
(El Correo de Andalucía)
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